Tan solo la posibilidad de que los maestros de la Coordinadora General de Trabajadores de la Educación llegaran al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) fue suficiente para que todos los alrededores de la terminal aérea fueran sitiados por la policía.
Incluso el temor y la confusión llegó a otras ciudades como Monterrey, en donde los pasajeros desconocían si al llegar al DF se encontrarían con un aeropuerto rodeado por manifestantes.
En las primeras horas de este martes el cuerpo de granaderos de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF) y la Policía Bancaría se establecieron en el Boulevard Puerto Aéreo, vialidad que los maestros de la Coordinadora amenazaron con cerrar.
Casi al medio día la Comisión de Derechos Humanos del DF hizo un llamado al gobierno capitalino para que ofreciera vías alternas para arribar o retirarse del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
A los pocos minutos un promedio de 400 granaderos de la Policía Federal provistos de mascaras antigás se unieron al cerco de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina.
Mientras que al interior del AICM otros 70 elementos federales reforzaron las medidas de seguridad.
Las estaciones del Metro cercanas al aeropuerto estaban prácticamente vacías, se debía a que familiares de los pasajeros ya no llegaron por ellos ante el temor de encontrarse con una manifestación, explica el policía de la estación Hangares.
A las 14 horas el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México informó que no había ningún inconveniente con los vuelos ni tampoco para arribar o salir de sus instalaciones.
Esto en respuesta a las decenas de pasajeros que le preguntaron a través de Twitter cuál era la situación en los alrededores.
Avanzada la tarde los granaderos de la SSPDF y la Policía Federal no dejaban de preguntarse mutuamente si sus respectivos mandos les habían informado si los manifestantes de la CNTE se dirigían al aeropuerto, pero nunca hubo una respuesta certera a ese cuestionamiento, lo único que tenían claro era que tenían que estar en la zona.
“Atentos, no nos moveremos de aquí hasta nuevo aviso”, gritó el comandante Carrasco a los granaderos que estaban impacientes por irse.
(Josué Huerta)