Catacumberitos es una de varias iniciativas que cuidan de los gatos, en este caso, de los que habitan el Panteón de San Fernando, además de que contribuye al control de su población
Por Brenda Raya
Entre las suntuosas lápidas, obeliscos, y tipografías extravagantes del Panteón de San Fernando, una colonia de gatos ferales ha hecho de este lugar su casa desde hace décadas.
Una razón muy simple explica su preferencia por este lugar convertido en museo desde 2006, por el diseño arquitectónico de sus construcciones y la belleza de las esculturas que adornan las tumbas: la poca presencia humana les dota de tranquilidad mientras que el fácil acceso a la calle permite que consigan alimento.
Así es como este cementerio, conocido por ser el espacio en donde fue enterrado Benito Juárez o Ignacio Zaragoza, también ha llamado la atención de sus visitantes por la presencia de decenas de seres gatunos.
La vecina que cuida de los gatos olvidados
Diana Arredondo es una joven vecina que comenzó a vincularse con los felinos a partir de su llegada a la colonia. Primero les llevó alimento y, con el paso de los días, cuando el vínculo con ellos creció, se dio cuenta que las necesidades de los animales eran muchas y decidió que quería hacer algo más para ellos. Se acercó a las autoridades del Museo Panteón, con quienes estableció un acuerdo para que le permitieran la entrada y alimentar a los gatos.
Bajo este acuerdo, empezó a coordinarse con Francisco, un trabajador del panteón, con quien hizo equipo para ofrecer a los félidos un cuidado adecuado. Entre las primeras situaciones que detectó, fue que algunos de ellos vivían en una situación deplorable, resultado del peligro que implica buscarse la vida en las calles:
“Me empecé a dar cuenta que había gatos en pésimas condiciones, enfermos y muy mal de salud”, explica la joven en conversación con + Chilango. Por ello, consciente del poder de las redes sociales, Diana creó una cuenta de Instagram, empezó a nombrar a cada gato y a compartir fotografías de su vida cotidiana.
Así nació Catacumberitos, la iniciativa que en poco más de un año ha logrado canalizar a un hogar a 12 gatitos de todas las edades y ha esterilizado a 27. La creatividad y la constancia han sido los pilares que sostienen este proyecto, afirma Diana.
Labor de cuidados
La simpatía de la gente logró llamar la atención de Abraham Mont, un influencer que apoyó la idea y gracias a quien pudo realizarse la primera esterilización masiva bajo el esquema TNR (Trap-Neuter-Return) que en español se traduce como atrapar, esterilizar y liberar. La intervención fue hecha por la Asociación Los Gatos Pingos, también contactados a través de las redes sociales, quienes ofrecen sus servicios profesionales a un bajo costo.
El esquema consiste en desparasitar, vacunar y esterilizar. Los gatos son atrapados, atendidos en el lugar en donde habitan, pasan 12 horas de reposo y posteriormente son liberados. También se les realiza un corte recto en una oreja, símbolo universal de esterilización.
La labor de Diana y Francisco cumple el ciclo completo de cuidados, pues no se trata sólo de alimentar, sino buscar frenar el crecimiento de la población gatuna y a su vez crear mayores posibilidades de darlos en adopción.
Además de atender los problemas de salud que los gatos presentan; por eso, cuando la gente ha llegado a cuestionar a Diana por qué los alimenta, bajo la creencia de que eso promueve su crecimiento, ella explica: “la razón de empezar a alimentarlos es para ganar su confianza y así poder esterilizarlos y controlar el crecimiento de la colonia”.
El caso de los Catacumberitos es complicado, pues se encuentra en cercanía con otras dos colonias de gatos que habitan en escuelas primarias, muy cerca de ahí, lo que hace que constantemente lleguen gatos “nuevos” al panteón; por eso el esquema TNR debe repetirse con frecuencia, para alcanzar un mayor porcentaje de atención.
Gatos ferales, depredadores
Las colonias de gatos ferales son un problema serio en las zonas urbanas. El ecólogo Jorge E. Schondube, de la UNAM, afirma que los gatos en México han contribuido a la extinción de al menos un par de especies de aves y que se estima que hay alrededor de 10 millones de gatos entre domésticos y ferales.
Pero las respuestas al problema no siempre son amigables. Hace ocho años una matanza de felinos que habitaban el Panteón Francés de la Piedad, ubicado en la alcaldía Miguel Hidalgo, despertó la indignación de la comunidad defensora de animales, pues se presentó como una campaña de exterminio, ya que los gatos eran hallados con mensajes de amenaza dirigidos a la mujer que los alimentaba.
Activistas coinciden en que la solución al control de la especie es urgente, pero requiere respuestas éticas con la vida de los animales. Catacumberitos es uno de tantos ejemplos de acción ciudadana que contribuyen a la solución de este problema. El trabajo en equipo y la solidaridad sostienen esta labor poco reconocida, pero fundamental para procurar una vida digna para los felinos.