Fotografía: Comité Organizador Semana Santa
Vive Iztapalapa la Pasión de Cristo ante miles de fieles
La representación de este año se llevará a cabo sin restricciones sanitarias de COVID-19; se tiene contemplado que dos millones de visitantes sean parte de dicha tradición, que se realiza desde hace 180 años en el oriente de la capital
Una de las celebraciones más emblemáticas que se realiza en México durante la Semana Santa, ha llegado a Iztapalapa: la representación de la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret.
Esta recreación religiosa se lleva a cabo desde hace 180 años; en ella participan actores y actrices nativos de la alcaldía. La procesión es en los barrios originarios, aunque el escenario principal es el Cerro de la Estrella.
Su origen se remonta cuando, en 1833, una epidemia de cólera azotó a la población. En medio de la desesperación, los habitantes pidieron al Señor del Santo Entierro, o Señor de la Cuevita, frenar la enfermedad.
Se cuenta que dicha imagen de Jesucristo muerto, les hizo el milagro. En muestra de agradecimiento, comenzaron a hacer misas anuales; sin embargo, fue a partir del año 1843 que se decidió recrear la representación como hoy la conocemos.
El Señor de la Cuevita
Distintos registros y cronistas locales relatan que en 1723, unos señores de la villa oaxaqueña de Etla se dirigían a la Ciudad de México con la misión de restaurar esta figura religiosa que se veneraba en su localidad.
Durante su viaje, pasaron una noche al pie del Cerro de la Estrella y al despertar, se percataron que la efigie había desaparecido. Tras una minuciosa búsqueda, la encontraron dentro de una cueva.
Se dice que al querer retirarla, esta pesaba más, por lo que era inamovible. Los vecinos interpretaron este acontecimiento como el deseo del Cristo de quedarse en ese lugar, así que lo acogieron con devoción, adaptando la cueva como capilla.
El llamado de Dios
A finales de noviembre, el Comité Organizador de Semana Santa en Ixtapalapa A.C. publica la convocatoria para los interesados en participar en diversos papeles de la representación.
Este año, David Uriel González Martínez (24 años) será Jesús. Lleva participando desde los 8 años como nazareno, aunque esta es la primera vez que saldrá con ese papel.
“Nos citan el primer domingo de enero y, los que vamos a aspirantes al papel de Jesús, realizamos una inscripción. Das tus datos generales y durante esa semana, te realizan una investigación para corroborar que todo esté correcto”, explica en entrevista para Máspormás.
El joven originario del barrio de San José señala que para ello, se deben tener buenas costumbres, no tener hijos ni compromiso. Además, se les hace una prueba física para que ver “qué tanto aguante tienes”.
El siguiente domingo se realiza la audición, en la cual se les pregunta a los seleccionados qué piensan, qué opinan, cuál es su objetivo y por qué lo hacen.
“Después de que contestas, realizas tres filtros donde se van eliminando a cierto número de participantes; al final, quien reciba más votos se queda”, agrega.
El joven destaca que se ha preparado mucho: desde ir memorizando los libretos hasta hacer ejercicio con tronco y cruz para ir ejercitando el hombro, que es donde recae el peso.
La cruz que se utiliza para entrenar se elabora con troncos que se encuentran en el Cerro de la Estrella; esta pesa entre 70 y 80 kilos. En tanto, la del Viernes Santo varía dependiendo la persona según su altura. “En mi caso, la cruz de este año va a pesar entre 95 y 100 kilos. Yo mido 1.83 cm”.
David Uriel es comerciante en un negocio familiar y haber obtenido el papel de Jesús fue “una gran bendición”. “Mi familia me dio apertura para dedicarle el 100% al papel, porque la realidad es que lo amerita y lo requiere. Pausas por completo tu vida, tienes que dedicarte a la representación”.
Ese papel le hace sentir muchas emociones. Dice que, como tal, “no sabía” que quería hacerlo, “simplemente hay veces en las que sientes que Dios te llama”.
Una tradición que veía desde pequeña
En el caso del papel de María, Paulina Quetzally García González (19 años) quedó seleccionada.
“Desde pequeña siempre he visto el Viacrucis. Mi abuelita, que en paz descanse, siempre nos llevaba al recorrido. Veía a las personas, la enorme cruz y decía: ‘en algún momento me gustaría participar’.
“Fui creciendo, tomando conciencia, ya sabía qué significaba. Cuando salió la convocatoria, me entró más en decir que sí quería; creo que son los tiempos de Dios”, menciona la joven originaria del barrio de San Lucas, quien estudia la Licenciatura de Químico Fármaco Biólogo.
Condecoración merecida
Cabe destacar que el pasado 22 de marzo, la Secretaría de Cultura federal y el Instituto de Antropología e Historia (INAH) reconocieron a “La Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo de Iztapalapa” como Patrimonio Cultural Inmaterial de México.