La violencia obstétrica es un mal silencioso que ataca a las mujeres embarazadas en el quirófano y en las consultas, especialmente en los hospitales públicos.
“En ese momento de vulnerabilidad puede despertarse en algunas personas esa parte sádica en la que, incluso, ver a una mujer (embarazada) sufriendo puede volverse gozoso; te estoy hablando de casos muy extremos: que a lo mejor una enfermera goza de decirle ‘¡cállate!’, ‘no es para tanto’ o ‘qué poco aguantas’”, dijo Fabiola Torres, sicóloga de la Universidad La Salle.
La violencia obstétrica es una violación a los derechos reproductivos de las mujeres que puede darse durante el embarazo, en el parto o en el posparto.
Ocurre cuando las mujeres están en el hospital y son regresadas a su casa porque no han dilatado lo suficiente, cuando no se les pone anestesia en el parto, cuando son cambiadas de hospital sin antes consultarlo con ellas o cuando les dicen frases como “¡aguántate!, querías tener hijos, ¿no?”, “¡ah, pero cuando lo hiciste –tener relaciones sexuales- no te quejaste!”.
De acuerdo con el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE)- que defiende y promueve los derechos reproductivos de las mujeres a nivel nacional-, la violencia obstétrica “es una forma específica de violación a los derechos humanos y reproductivos de las mujeres, incluyendo los derechos a la igualdad, a la no discriminación, a la información, a la integridad, a la salud y a la autonomía reproductiva”.
Pero Víctor Mercado, titular de la Clínica de Ginecología Preventiva y Menopausia del Hospital Dalinde, señaló que el término de violencia obstétrica es inadecuado y que sólo se trata de una mala práctica médica.
“Violencia implica el deseo de hacer sufrir a alguien y nadie en medicina trata de hacer sufrir a alguien; (…) la única razón lógica para esa posibilidad es que se dé en centros donde hay demasiado trabajo, demasiada gente, me refiero sobre todo a instituciones gubernamentales donde es muy poco el personal y muchas las personas que requieren atención”, explicó el especialista.
Por ello pidió no generalizar la percepción de que existe violencia, sobre todo emocional, hacia las mujeres embarazadas, argumentando que “habrá alguna enfermera, algún médico que lo haga de forma inadecuada, pero es por él”.
En 2013, en la Ciudad de México se atendieron 14.8 nacimientos por cada 100 mil habitantes; en ese año, la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) recibió cuatro quejas por este tipo de violencia. De 2012 a 2014 se registraron 39 quejas por violentar los derechos humanos de las mujeres embarazadas o que parieron.
El pasado 28 de marzo, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) aprobó la inclusión del término “violencia obstétrica” dentro de la ley para el libre acceso a una vida sin violencia para las mujeres.
LA MEJORA ESPERADA
El diputado Gabriel Godínez, vicepresidente de la Comisión de salud de la ALDF, considera que la violencia obstétrica “está contextualizada en actos de tortura, porque en esos momentos las mujeres están en una situación de vulnerabilidad tanto física como mental”.
Con esa ley se busca brindar un trato adecuado, respetuoso, profesional y ético a las mujeres embarazadas, así como concientizar y sensibilizar al personal del sector salud para que no se cometan estos actos de violencia de género.
A pesar del daño sicológico y emocional que estas situaciones pueden tener en las futuras madres, la violencia obstétrica es considerada como negligencia médica y la única sanción que puede tener es de tipo administrativa.
Una opción es acudir ante la CDHDF o ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) para iniciar un procedimiento por violación a los derechos sexuales y reproductivos, señaló Godínez.
La sicóloga Fabiola Torres opinó que la violencia obstétrica puede tener consecuencias graves tanto en las mujeres embarazadas como en sus hijos.
“(Esta transgresión) la hace dudar de su capacidad, sentir que en realidad ella está mal, no está en la posibilidad de discernir si el médico está haciendo lo adecuado, si de verdad ella está exagerando (…), puede generar depresión, inseguridad, dependencia y si lo llevamos al plano de la maternidad, va a seguir afectando la relación de la madre con su hijo, incluso durante varios años”, alertó.
¿CÓMO LEVANTO UNA QUEJA?
Para denunciar un acto de violencia obstétrica se debe acudir a algún organismo encargado de proteger los derechos humanos (CDHDF, CNDH, Conapred).
*En el caso de la CDHDF, sólo es necesario proporcionar en el portal web:
—Nombre completo.
—Dirección.
—Código postal.
—Teléfono.
—Correo electrónico.
—Nombre completo de la(s) persona(s) cuyos derechos humanos fueron presuntamente violentados.
—Describir cómo ocurrieron los hechos.
—Dar el nombre de la autoridad que es presunta responsable.
(Zaira Dámaso)