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“Parteaguas” e “histórico” son dos palabras que usamos –particularmente los periodistas- con mucha ligereza.
Sin la perspectiva que te da el tiempo, parece casi una frivolidad calificar cualquier hecho con alguna de esas dos palabras, o con las dos, cuando apenas han pasado unos días.
Pero confieso que no me es fácil encontrar otras para calificar la desaparición de 11 jóvenes, ocurrida hace ya 8 días, a plena luz del día, en plena Zona Rosa, en pleno domingo de paseo ciclista. Y sí, en plena Ciudad de México, a la que creíamos exenta de lo que buena parte del país ha vivido los últimos años.
Escribo este texto el domingo por la mañana, cuando todavía nada se sabe. Ojalá cuando lo lean ya tengamos alguna luz.
Pero mientras, revisar lo ocurrido parece validar el uso de esas palabras. Porque no se trata sólo del número, ya de por sí inmanejable: 11 jóvenes, entre los 16 y los 34 años. 11.
Este caso nos ha servido para que también nos explote en la cara la fantasía de una Ciudad controlada por cámaras de vigilancia y 90 mil policías que evitaban –cuántas veces lo declararon las autoridades- que llegara la violencia. En los alrededores del Heaven hay una decena de cámaras, que no sirvieron. Y hacían rondines 200 policías, que nada vieron.
Además, nos quedó clara la ausencia de protocolos ante desapariciones, la incapacidad para prender una alerta, la ineficiencia en investigaciones, la falta de resultados. Pasan los días y nadie sabe nada. Así, como tantas veces lo leímos sobre otros gobiernos. Ahora imaginen –sólo imaginen– si hubiera policías involucrados.
Y hay más: El largo silencio. Cuatro días sin decir ni hacer nada, hasta que los familiares salieron a las calles. Como escribió Gerardo Esquivel: “¿Las autoridades del GDF también estaban en el Heaven? Tampoco aparecen”.
Las primeras filtraciones de funcionarios de la Procuraduría también nos revelaron que, en el gobierno de la ciudad, operan con criterios parecidos a cualquiera –de todos los partidos- que esté en el poder: criminaliza a las víctimas para bajar el costo del caso. “Son hijos de narcos”.
El silencio y las filtraciones rompen la fantasía de que aquí era diferente.
Bueno, hasta llegamos a ver una estrategia en redes sociales para respaldar a Miguel Ángel Mancera, que podría envidiar el gobernador de Veracruz.
No se qué digan las encuestas sobre la popularidad del jefe de Gobierno, pero estas desapariciones parecen marcar un quiebre en el respaldo que obtuvo en las elecciones. Hoy está más vigente que nunca la pregunta de “¿hacia dónde nos lleva?”
Una última: Como nunca antes, hoy los chilangos también nos preguntamos qué sigue, si llega a confirmarse que hay crimen organizado detrás del caso. ¿Una escalada de violencia? ¿Una guerra de cárteles? Porque por años hemos aceptado que hay acuerdos, grupos… pero parece que habían cumplido ciertas “reglas de convivencia” que nos permitían voltear la vista hacia otro lado.
¿Son demasiadas cosas como para no hablar de un parteaguas, no? Y todas nos explotaron con un solo caso (aunque claro, seguramente estaban ahí desde mucho antes y estos 11 jóvenes sólo nos abrieron los ojos).
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*Periodista, ha trabajado en diversos medios como Reforma, Milenio y El Universal. Actualmente dirige AnimalPolitico.com y colabora en distintos espacios radiofónicos, como en Fórmula y Reactor 105.
(DANIEL MORENO CHÁVEZ)