La disminución en la afluencia a las movilizaciones y marchas en solidaridad por la desaparición y muerte de los 43 normalistas de Ayotzinapa es normal, cíclica y entendible, consideraron politólogos y activistas.
“Todos los movimientos sociales, por más legítimos y auténticos que sean, tienden a caer, no pueden mantenerse por siempre, así acabó el movimiento #YoSoy132 y así va a acabar este movimiento”, opina Rubén Aguilar Valenzuela, académico y doctor en ciencias sociales.
El pasado jueves 26 de febrero, apenas unas 3 mil 500 personas participaron en la Novena Jornada Global por Ayotzinapa en el DF, según cifras del Gobierno del DF. Mientras, en la marcha que por la misma causa tuvo lugar el 20 de noviembre de 2014 en la capital, la Secretaría de Seguridad Pública del DF (SSPDF) estimó alrededor de 100 mil manifestantes.
“Hay dos ciclos en los movimientos: el de la protesta y el de la construcción de propuestas; la segunda etapa siempre tendrá menor asistencia y será mucho más lenta”, considera por su parte Héctor Villarreal, politólogo por la UNAM y académico, en referencia al movimiento por Ayotzinapa.
La movilización del jueves pasado por los cinco meses de la desaparición de los normalistas fue convocada a las 16:00 horas y se preveía un recorrido por Paseo de la Reforma desde la glorieta del Ángel de la Independencia hasta la residencia presidencial de Los Pinos, pero la policía detuvo a los manifestantes a la altura de avenida Chivatito.
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Según el activista Daniel Gershenson, la logística de la marcha también influye de manera importante en la afluencia de manifestantes. “La marcha del jueves se llevó a cabo en horario de trabajo, habría sido distinto si hubiera sido a las 5 de la tarde de un sábado, y también influye el lugar, porque no es lo mismo concentrar a muchas personas a lado del Auditorio Nacional, que en el Zócalo, con todo el peso simbólico que esta plaza tiene”, explica Gershenson.
La vida cotidiana en la ciudad tiene un peso importante también, ya que, según explica Rubén Aguilar, exvocero presidencial durante el sexenio de Vicente Fox, “por más que se solidarice con la causa, la gente no va a estar todo el tiempo manifestándose, la gente tiene que ir a trabajar”.
Pero la calle no es él único espacio para manifestarse, dice Gershenson: “La gente expresa su repudio también mediante las redes sociales en internet, y creo que a twitazos o con posts en Facebook también se puede ayudar, en el sentido más elemental, porque es una apuesta en contra de la desmemoria”.
Y las redes sí tienen un peso importante en la demanda de justicia, dice el activista. “Tanto así que el gobierno tiene ejércitos de bots para tratar de desinflar esta causa con hashtags contrarios, porque las redes son algo que no pueden controlar”, dice.
Héctor Villarreal explica que, aunque con el paso del tiempo las familias de los desaparecidos serán las que mantendrán el movimiento, “la reprobación por estos hechos se verá reflejada con las encuestas de intención del voto del partido al que pertenece el presidente o las de aprobación del desempeño del presidente, no solamente en las calles”.
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No obstante, existe la posibilidad de que la gente vuelva a salir de forma masiva a las calles el próximo 26 de marzo, consideran.
“Nuestra sociedad está muy apegada a las efemérides, entonces creo que cuando se cumplan los seis meses de la desaparición, la gente va a volver a salir a las calles, la gente no puede manifestarse todos los días, pero cuando es una fecha emblemática, hay una convocatoria mucho más amplia”, dice Daniel Gershenson. Dicho que se podría comprobar el próximo 26 de marzo.
(Amín López)