Con una lluvia que no dio tregua a los transeúntes, el Zócalo capitalino, de donde la policía federal desalojó el plantón de maestros el viernes, fue “sellado” desde las 10:00 horas para la ceremonia del Grito de Independencia.
Los detectores de metal distribuidos en todos los accesos a la plancha acompañaban revisiones estrictas, en las que incluso los bolígrafos o los envases de unicel no pasaban, mientras que para quienes llegaban a los hoteles de la zona, la maleta debía ser abierta a media calle, antes de las laberínticas vallas que resguardaban 5 de mayo, Madero, Moneda, Palma, Pino Suárez y todas las vías que conectan a la plaza principal de la ciudad.
Los accesos a la estación del Metro Zócalo fueron cerrados a primera hora, al mismo tiempo que en la plancha empleados del gobierno federal ya colocaban, a diferencia de otros años, gradas con vista a Palacio Nacional, un escenario enfrente de Catedral y un gran templete, que reducía prácticamente a la mitad el espacio destinado al público.
“Voy aquí al Majestic”, explicó un peatón a uno de los policías federales que resguardaban la zona.
“Sí, pero ya no puede pasar”, recibió como toda respuesta.
La entrada era discrecional; a algunos no se les permitió llegar más allá de los detectores de metal.
La jefatura de gobierno era uno de los edificios rodeado, hasta los portales, por el cerco metálico y al que no se permitía la cercanía ya desde que el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, alrededor del mediodía protagonizó una ceremonia conmemorativa del día del Grito de la Independencia.
“Somos nuestra memoria” fue la frase con la que el historiador Rafael Pérez Gay abrió el acto.
Luego criticó que en estas fechas se haga un elogio a la época de independencia olvidando el mundo de las ideas, para rematar con una frase de José Martí, en la que, dijo, convendría reflexionar en estos tiempos: “La felicidad colectiva de un pueblo descansa en la independencia individual de sus habitantes”.
Afuera el operativo de seguridad se reforzaba. La circulación en las calles aledañas al Zócalo no era posible desde dos o tres cuadras antes de la plancha. Adentro, Mancera recordaba que la independencia es para los pueblos lo que la libertad para los hombres.
Llamó a que las fiestas del 15 de septiembre sirvan, en el actual clima político y social, para retomar la cohesión en un trabajo hacia la libertad, así como para unirse en la defensa de la ciudad.
Una ciudad cuya principal plaza se volvió territorio de la policía federal desde el viernes pasado.
(Marcela Nochebuena)