Dicen que estamos atrapados en los 80. A pesar de las bondades de la era de la tecnología, la década del spray empieza a despertar la sensación —incluso en los veinteañeros— de que “ese tiempo pasado fue mejor”. Lo cierto es que entonces no se hablaba de feminicidios, el narco no provocaba las cifras de muertos que deja hoy y los alimentos transgénicos ni nos preocupaban… éramos inocentes.
Fue la época en la que las tardes se pasaban en bici o jugando maquinitas —tener un Atari era lo mejor que podía pasarnos—. Es quizá por eso que ver a una pandilla de muchachos haciendo lo que nosotros hacíamos en los 80 nos “hincha el corazón de nostalgia”. Stranger Things nos regresa a esas tardes de 1984, nos devuelve una banda sonora (nada que ver con Emmanuel o Mijares) en la que sonaban Duran Duran, David Bowie o Joy Division (en algún capítulo de la temporada uno suena “Atmosphere”, a los que tenemos un pasado dark nos emocionó), sin olvidar “Should Stay or Should I Go”, de The Clash, que, en la serie, suena en una grabadora en la que la cinta del casete se traba, claro.
Hoy, víspera de Noche de Brujas, estrena la nueva temporada, y viene al caso: el suspenso aumenta con la aparición de un monstruo gigante, los misterios del Upside Down dejan más dudas que certezas y las revelaciones de los experimentos en humanos resultan inquietantes. Hay nuevos personajes que provocan un giro de tuerca y las relaciones entre los que ya conocemos se ponen intensas.
Son nueve capítulos que, por supuesto, no veremos en armatostes de transistores y bulbos, lo haremos en sofisticadas pantallas conectadas a un súper sonido, o simplemente le daremos clic al play de la computadora o desde el celular, en streaming… Gracias, años 2000, en realidad nos encanta estar aquí.
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