Acaba de aparecer Acá las tortas de Pedro Reyes en Editorial Planeta, y es una aportación bienvenidísima a la literatura tortera mexicana. (Una literatura urgida de una puesta al día: Ayala’s tortas, el último volumen importante del género, es del año 2000.)
El libro se aproxima a su asunto desde la voz personal, desde un yo que puede o no ser Pedro Reyes pero que definitivamente se lee como tal. La frontera entre el autor y el protagonista es borrosa. Es un texto colmado de opinión. Pedro el personaje no es un crítico: es un gozador. Su voz tiende a la hipérbole: “Torta, precopeo o fiesta; son miles los pretextos que se han inventado para ocupar sus mesas”, dice de Niza en el Pedregal; tiende al adjetivo buscado en las profundidades de la mente: “Indecorosa torre de ingredientes” dice de una de las Súper Tortas Vikingo.
Se solaza en la sonora curiosidad del dialecto chilango como en los ingredientes de las tortas chilangas; reproduce o inventa un diálogo godín con un aguzado sentido del oído en ‘Correteando la chuleta’ (Tortas La Delicia en Prado Norte): “–¿Qué pasó, mi Chavita? ¿Cómo va todo? –Acá, chambeando un ratito, ¿no? ¿O qué? –Correteando la chuleta como siempre, mi chingón. –¿Ya llenaste la quiniela? –Tú tranquilo, yo nervioso”, etcétera. También tiene sorprendentes escapadas hacia la nostalgia o la bonhomía, como el “primer recuerdo” de las tortas Don Polo allá sobre el Eje 7 Sur o una desubicante historia de amor en Lonchería Bravo.
Es una voz que habla desde la familiaridad; asume que el lector tiene la capacidad estomacal de su protagonista y, así, puede hablar del “conocido dilema de las rajas o el chipotle”. Sólo para un glotón verdadero –autor, lector o protagonista– elegir entre rajas y chipotle para zaherir una torta es en serio un dilema y no una elección que se hace en piloto automático.
Busquen este libro; ya debe estar por todos lados.