Rebautizado como Adán Jodorowsky, el artista habla sobre su vínculo con la Ciudad de México y los proyectos en los que trabaja actualmente
El cantante francochileno, quien próximamente presentará en Dallas y Nueva York la cinta Poesía sin fin —donde interpreta a su padre cuando era joven—, y actualmente trabaja en el proceso de mezcla de su nuevo disco, aborda en esta charla su visión del arte y la exploración creativa.
¿Qué emociones quieres que despierten en el público al escuchar tu música?
Intento no ponerme ningún límite. Antes hacía arte para alimentar mi ego: quería provocar y existir. Después de muchos años enfocado a ese ego, en el presente vivo una etapa en la que ya dejé de querer existir. Ya no me llamo Adanowsky, formé una familia, no salgo y me quedo encerrado en la casa dedicándome a mi trabajo todo el tiempo.
Quiero transmitir algo útil para el mundo. Claro que hay problemas allá afuera, como siempre los ha habido, pero también hay belleza. Hago odas a la belleza como una forma de poner un grano de arena contra la crisis. Por supuesto que no creo que voy a cambiar al mundo, y hacerlo sería volver al ego, pero sí puedo aportar algo. Mi deber como artista es dar una mejor visión y esperanza para toda la gente que me escucha.
¿Cómo ha cambiado tu exploración musical en estos últimos años?
Antes me dirigía mucho hacia el rock europeo. Sin embargo, en la actualidad voy hacia la música de Cuba y Brasil, y a las raíces andinas en los ritmos peruanos.
En mi nuevo disco se reúnen canciones actuales con compases muy tradicionales. El periodo de tiempo en que lo escribí abarca desde que mi mujer estuvo embarazada hasta un poco después de que mi hijo naciera, lo cual fue decisivo. Convertirme en padre me ayudó mucho a crecer como ser humano y tener raíces en la tierra. Podría decir que me dediqué a hacer 14 canciones en un estado de trance y felicidad absoluta.
Ya no quiero deprimir a la gente. Qué horror. Me gustaría que escuches mis canciones en plena felicidad y sientas esperanza. Aunque hay algo indudable: es muy difícil escribir canciones positivas.
Háblame un poco más sobre las sorpresas que trae tu nuevo disco
Tiene 14 canciones y es muy probable que esté terminado en octubre. Lo veo como una especie de renacimiento. Mi último disco en español fue Amador, después publiqué Ada, en el que todos los temas están en inglés, y luego le siguió Adán & Xavi y los imanes, una colaboración. En realidad, nunca hice un tercer disco en español; el nuevo disco será eso: mi regreso fuerte, mi comeback, como Elvis Presley en el 68.
¿Quiénes son los artistas que han tenido más influencia en tu trabajo?
La influencia depende de los años. Aunque si tuviera que nombrar a los principales mencionaría, en desorden, a muchos clásicos: Miles Davis, Jerry Lee Lewis, Elvis Presley, AC/DC, James Brown, Prince, Michael Jackson, The Beatles, The Rolling Stones, Chuck Berry, Alice Cooper y Sly & the Family Stone.
Algo que poca gente sabe es que tengo una cultura musical muy geek. Conozco un disco y sé en qué año salió y qué músicos tocaron en él.
¿Y entre las nuevas propuestas musicales, cuáles son los nombres que más te interesan?
El próximo 7 de junio abriré el concierto de Father John Misty en el Teatro Metropólitan. Escuché algunas de sus canciones y me gustaron mucho. También me parece bueno algo del trabajo de Arctic Monkeys. Lo que hacen Jack White y Omar Rodríguez-López me interesa mucho. Creo que The Strokes sigue lanzando discos buenos.
¿Cómo ha sido tu relación con la Ciudad de México durante los últimos años?
Desde que llegué, México me recibió muy bien. Es algo muy raro, especialmente si consideramos que acabé en la ciudad casi por una cuestión azar.
Todo empezó hace unos diez u 11 años, cuando la cantante Anita Tijoux me invitó a México para acompañarla a los Premios MTV. Ella me recomendó llevar mi disco. Al principio, le dije que no, pero después recapacité y le devolví la llamada.
Visitar la ciudad me permitió conocer a Camilo Lara, Rulo y Héctor Mijangos, quien en esa época llevaba el sello Noiselab. Todos me ayudaron: Rulo, por ejemplo, transmitía mis canciones en la radio.
Cuando me di cuenta, mi proyecto musical había empezado a nacer aquí, por lo que tomé la decisión de quedarme. Además, conocí a algunos de los artistas más famosos de la escena mexicana: Jay de la Cueva, Julieta Venegas, Natalia Lafourcade, Quique Rangel y Tito Fuentes, quienes me recibieron de forma increíble.
En la actualidad vivo en Santa Catarina, un pueblito en Coyoacán. Cuando me mudé, después de seis años de estar en la Condesa, viendo hipsters todos los días, entendí que había escapado de la neurosis. Me gusta ver gente sencilla, no quiero convivir con personas que juegan a ser alguien que no son.
Fotos: Lulú Urdapilleta