“Quienes han analizado mensajes del Chapo deducen que estaba más interesado en la intérprete de La Reina del Sur que en la película y Sean Pean”.
Leo tal tarugada en la primera plana de un perió- dico de esos que al lado del muerto que entregó la noche anterior colocan una vulgarizada mujer en bi- kini. Ni siquiera pudieron copypastear bien el nombre del actor. Siempre han habido medios informativos sin dignidad, eso no escandaliza a nadie. Lo que me preocupa es cómo las cosas hoy en día dejan de tener sentido de manera tan abrupta e incluso grotesca.
A inicios de 2013, Benedicto XVI renunció a su cargo como Santo Padre, Sumo Pontífice y Siervo de los Siervos de Dios. Durante unos días estuvimos sin representante divino en la Tierra. ¡Con razón nos zumbaban los oídos! Más allá de que uno crea, o no, en la religión y sus organigramas, el hecho de que se pudiera renunciar a una chamba así fue pavoroso.
Los brasileños nacieron para jugar futbol. Se sabe. Pentacampeones de un oficio que juegan bellamente, en 2014 fueron humillados por una selección alemana cuyo mensaje contradecía al de unión y amistad de los patrocinadores. El maracanazo fue un picnic en comparación. A los teutones les valió pisotear todo lo que el “jogo bonito” significaba. Y a domicilio.
El Chapo es el principal traficante de drogas de México, uno de los más buscados por el FBI. Captura- do y recapturado, con sus respectivas huidas incluso chuscas. Su reciente aprehensión viene acompañada de unos mensajes privados en los que intenta seducir como un escolapio a una actriz de televisión.
Un papa ‘nini’, una dinastía goleada, un narco ‘friendzoneado’. El ocaso de los ídolos está cada vez más por los suelos. Nos estamos quedando sin garantías en este joven siglito.