En 1990, un periodista chileno de 26 años muy poco conocido publicó una antología de cuentos titulada Sobredosis. Celebrado por algunos y criticado por otros, se trató de uno de los primeros avisos de que los jóvenes escritores latinoamericanos deseaban desmarcarse del realismo mágico y de la monstruosa sombra de sus antecesores literarios.
El nombre de Alberto Fuguet no tardó en hacerse popular. En un principio, gracias a su primera novela, Mala onda, en 1991, conectó de inmediato con el público latinoamericano gracias a su protagonista, Matías Vicuña, y la voz (fresca, nueva y diferente) plasmada por el chileno en la historia.
Y después, en 1996, tras compilar junto a Sergio Gómez la antología McOndo, un libro que pretendía demostrar que la literatura latinoamericana era mucho más que el boom y que ahora más que centrarse en toda la región, esta forma artística se centraba en el individuo y pretendía responder, como en cualquier otra parte del mundo, a la pregunta de quién soy.
Ahora, con 52 años, Alberto Fuguet es una de las referencias obligadas cuando se habla de literatura latinoamericana. En sus 262 páginas, Juntos y solos reúne 13 relatos (entre ellos hay también fragmentos de libros e intentos de secuelas) de Fuguet publicados con anterioridad.
La selección corrió a cargo del escritor boliviano Edmundo Paz Soldán, quien también es autor del prólogo en el que dice: “Esta antología muestra la versatilidad de un escritor capaz de moverse sin problemas en todas las distancias. Las novelas de Alberto Fuguet son parte del canon de la literatura chilena y latinoamericana contemporánea”.
Plagado de referencias a la cultura pop, Juntos y solos es una de las mejores puertas para adentrarse en la obra de un escritor inconforme quien decidió plantarle la cara a sus “padres” literarios y le funcionó.
Juntos y solos
Alberto Fuguet
Almadía, México, 2016, 262 páginas, $289