La Ciudad de México es otra. Nosotros somos otros, distintos a los que éramos hace apenas siete días.
No importa por quién votamos. Decidimos. Es hermoso: así de importante es nuestra decisión individual y colectiva. Ahora nuestra ciudad tiene un aire distinto. No sé si bueno o malo, pero sí distinto. Por primera vez tenemos una jefa de Gobierno electa. Mujer, sí. Con sus claroscuros, obvio, pero no es oootro señor rancio.
Ejercimos nuestro derecho a elegir y ahora tenemos la obligación cívica de exigir, pero con pensamiento crítico y paciencia —porque ningún cambio es inmediato—. Es como cuando vamos a un nuevo restaurante en la ciudad: esperamos lo mejor pero a la vez lo demandamos con ceja levantada y mirada altiva.
Ser buen ciudadano se parece mucho a ser buen comensal, y los chilangos podemos ser inclementes. Cuando visitamos un nuevo y hypeado restaurante, le estamos regalando nuestra confianza. Está bien; pero debemos recordar que cualquier restaurante necesita tiempo para afinarse y pulir fallas. En su primer mes no podemos exigirle el nivel de excelencia y madurez de un restaurante viejito y experimentado.
Hace poco abrió Kiin Thai-Viet Eatery, por poner un ejemplo. Es un restaurantito, nada barato, que sirve comida estilo tailandés y vietnamita. Pocos como este tenemos en la Ciudad de México. Lo visité demasiado pronto: me sirvieron platillos tan picantes que fueron incomibles, los meseros se equivocaron de orden tres veces, un coctel sabía a agua con azúcar y los bánhmi estaban raquíticos de su relleno. Errores así no son solo posibles sino esperados cuando algo nuevo arranca, por eso estoy segura de que mejorará.
Pese a todo, me parece valioso que los dueños, Ana y Eleazar, hayan decidido abrir un restaurante tan distinto en la ciudad. Hay que darles chance de afinarse y pulirse. Así es dar un voto de confianza: exigir pero ser pacientes.
Esperen otro mes para ir a conocerlo. Pero vayan. Está en Orizaba 219, colonia Roma.
Tel. 7095 7421
Mar-sáb: 13-22 h; dom 12-18 h