25 de noviembre 2016
Por: José Quezada Roque

Antonio Malpica y sus tres décadas de oficio

Respaldado por más de treinta años de carrera, Antonio habla sobre sus inicios como escritor y su visión de la literatura infantil.

Durante su primera juventud y antes de dedicarse a la escritura, la vocación de Antonio Malpica se inclinó hacia la música. Sin embargo, en 1985 —a los 18 años de edad—, el narrador y dramaturgo entró a la carrera de Ingeniería de Computación en la UNAM. Dos años después, estrenó su primera obra de teatro, en coautoría con su hermano Javier, y, aunque Antonio, devoto de la obra del escritor Roald Dahl, ha construido una carrera literaria sólida desde entonces, la música —el jazz, en particular— nunca ha dejado de estar presente.

Entre otros premios, Antonio ha sido galardonado con el Gran Angular, El Barco de Vapor y el Iberoamericano SM Literatura infantil y juvenil.

Además, es muy probable que en los últimos meses del próximo año se publique la quinta entrega de la saga de “El libro de los Héroes”.

¿Cómo fue tu salto de vocación hacia la literatura?

Me resbalé, literalmente, en el hoyo de la literatura y no supe salir. La verdad es que fue algo  completamente accidental, por decirlo de alguna manera. Cuando mi hermano Javier y yo estábamos estudiando nuestras respectivas carreras (Física e Ingeniería en Computación, respectivamente) nos cayó la responsabilidad de escribir una obra de teatro para un grupo de jóvenes. Nos pareció fácil y, al final, fue lo mejor que nos pudo pasar en la vida. Descubrimos que aquello que nunca habíamos ni siquiera intentado por curiosidad, nos parecía, de pronto, un detonador de muchos resortes internos, de los que desconocíamos su existencia. A partir de ese momento, no pudimos parar. Puede ser un poco jactancioso, pero es la verdad: la experiencia nos gustó tanto que seguimos escribiendo teatro. Luego, empecé otros coqueteos con el cuento y la novela. Después de casi treinta años de la anécdota que te cuento, aquí sigo.

La escritura a cuatro manos no es sencilla. En tu caso, ¿cómo fue que esa experiencia pudo tener un buen resultado?

Probablemente, Javier es la persona que mejor conozco en la vida, hemos estado juntos desde que yo nací, un año y medio después que él, y hemos tenido la enorme fortuna de no separarnos nunca. Desde hace mucho no vivimos juntos, pero estamos en la misma ciudad. Nos conocemos tan bien, que hay una compatibilidad tremenda en mucho de lo que escribimos en conjunto. Aunque no hemos podido trabajar en prosa, ya que la cuestión estilística requiere un cuidado especial, no es sólo moldear personajes y hacerlos hablar, que es lo que ocurre en el guión a grandes rasgos. Lo que sí hemos hecho es apoyarnos a gestar una historia.

Desde tu perspectiva, ¿cuáles son los principales prejuicios alrededor de la literatura infantil?

Yo creo que el principal es pensar que se trata de literatura menor, es decir, que por el tipo de público al que está dirigida, se trata de literatura a la que no vale la pena acercarse. Muchos consideran que es ñoña o que tiene poco que decirle a una persona madura. La verdad es que no es así, y te lo dice un adulto que lleva muchos años leyendo literatura infantil y juvenil, y que nunca ha sentido la necesidad de dejar de usar el cerebro para abordarla.  

Es bien sabido que el público infantil y juvenil es muy exigente, ¿cómo te lo has ganado?

Para ser absolutamente sincero, yo no me siento tan enganchado con el favor del público infantil. Cada libro es una nueva apuesta, y yo cruzo los dedos siempre que se publica uno. No obstante, creo que si algo he hecho durante mi carrera literaria, es tratar de ser muy honesto y hablar desde el corazón. Nunca es bueno tener la intención deliberada de cautivar al niño, él debe tratar de encantarse solo con el libro. A veces resulta y a veces no, todo el tiempo lo estamos intentando.   

Entre tus obras, ¿cuál es la que más trabajo te ha costado?

La palabra trabajo no me gusta mucho, porque siempre me resulta placentero escribir. No obstante, entiendo la pregunta, y diría que la obra que más empeño me ha costado es la saga de “El libro de los Héroes”. Además, ha sido una tarea que me ha llevado más de una década. Podría decir que es la empresa a la que más me he entregado, en todos los sentidos: tiempo, cariño, trabajo…

¿Qué consejo le darías a alguien que quiere agradarle al público infantil?

Lo primero que le diría es que no se lo proponga. Es importante escribir con honestidad y pensar en la infancia de uno mismo. Puedes pensar en tus hijos, por ejemplo, o recordar cuando un adulto quería marearte con algo. Nunca hay que forzar la escritura para encantar a los niños.

 

(Fotos: Carlos Vargas/ Especiales)

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