El auge de la arquitectura Art Déco en México tuvo lugar entre las décadas de 1920 y 1940. El Centro Histórico concentra una gran diversidad de inmuebles de este estilo; entre los más conocidos destaca la antigua sede de La Nacional.
No puede faltar el interior del Palacio de Bellas Artes, concluido en 1934 por Federico Mariscal. Hacia el norte, en República de Chile 43, el Edificio San Jorge fue diseñado por Juan Segura en 1942 y se distingue por sus corredores y patios rectangulares.
Otra ruta para apreciar varios ejemplos es la calle de López. En el número 28 se encuentra el Edificio Rex, planeado por Francisco Martínez Negrete en 1935, con su peculiar anuncio en la fachada. Enfrente está el Edificio Viena, donde un rostro de piedra adorna el remate del lado norte, y en el número 44 sobrevive el Edificio Victoria, que luce varios relieves bajo las ventanas y en la parte superior.
De paso hay que visitar algunos negocios clásicos del rumbo, como el Bar Florida, en la esquina con Independencia, o el Café Villarías, en López y Ayuntamiento. Muy cerca, también es notable el conjunto habitacional de Revillagigedo 47; en uno de los locales estuvo la armería que surtió de provisiones a Fidel Castro durante su estancia en la capital.
A un par de cuadras, en el número 11 se ubica el Museo de Arte Popular, construido por Guillermo Zárraga y Vicente Mendiola. Este espacio fue inaugurado en 1928 como Estación Central de Policía y Bomberos; en 1954 fue el escenario de la película El bombero atómico, y hoy continúa siendo una referencia con su torre revestida de azulejos y los relieves de inspiración prehispánica que decoran la esquina. Este tipo de elementos, parte del nacionalismo surgido tras la Revolución, tienen su mejor exponente en la YWCA de Morelos y Humboldt, que se remonta a 1933; los motivos de la fachada hacen refe- rencia al deporte, al civismo, al trabajo y a la patria.
En los barrios cercanos quedan múltiples edificios con distintas características, como los departamentos de Abraham González 14, en la Juárez; los de Insurgentes 18, en la Tabacalera, o los de Eligio Ancona 190, en Santa María la Ribera. Y entre las calles de la Roma vale la pena ver el Edificio Anáhuac, en Querétaro 109, realizado por Francisco Serrano en 1932.
Pero la colonia donde el Art Déco tuvo mayor influencia es la Hipódromo, con muestras como la fuente de la Plaza Popocatépetl o el Edificio Casas Jardines, en Ámsterdam 285. El arquitecto Ernesto Buenrostro proyectó cuatro inmuebles en este cuadrante: en Insurgentes 309, el Piccadilly resalta por las elaboradas figuras del remate; en la Avenida México se encuentran el Roxy, en el número 33, y el San Martín, en el 167, además del Tehuacán, en el 188, que conserva sus relieves de formas vegetales y ahora alberga un hotel. Justo enfrente, el Edificio Basurto quizá sea la obra más famosa de Serrano, con su amplio acceso y el interesante diseño del vestíbulo y la escalera interior.
El recorrido no estaría completo sin una parada en el símbolo de la Condesa: el Teatro Lindbergh, creado por Leonardo Noriega en 1927 con aportes del muralista Roberto Montenegro. Caminar entre las pérgolas laterales y sentarse en la Fuente de los Cántaros es recuperar la memoria de una época lejana.