Fotografía: Cuartoscuro
El parque urbano más grande de Latinoamérica también tiene una enorme historia que comenzó desde antes de la fundación de México-Tenochtitlan. Salta en el tiempo y descubre cómo llegó a convertirse en lo que es hoy en día.
Seguramente para ti, así como para muchos chilangos, el Bosque de Chapultepec es uno de tus lugares preferidos; sin embargo, pocos conocen su historia. Este espacio, con enormes áreas verdes y diferentes atractivos para un momento de esparcimiento, ha sido testigo de eventos históricos que marcaron el rumbo del país. Desde Nezahualcóyotl hasta Porfirio Díaz pisaron sus tierras, transformándolo y dándole un significado especial.
Los primeros pobladores
En el Bosque de Chapultepec se encontraron piezas de cerámica y restos óseos que indican que desde el periodo Preclásico (2500 a.C. – 200 d.C.) la zona fue habitada. Más adelante, distintas civilizaciones mesoamericanas pasaron por aquí, como los teotihuacanos, toltecas y tepanecas.
Tras la fundación de México-Tenochtitlan, los mexicas lo consideraron un espacio sagrado. La cima del cerro era utilizada para observar y estudiar los movimientos de los astros. Además, los manantiales proveían agua potable. Nezahualcóyotl reconoció el potencial de esto último y mandó construir un acueducto de carrizo, piedra y lodo que permitió al líquido llegar con mayor facilidad a la capital del imperio. Aunque algunas fuentes indican que la idea fue de Moctezuma Ilhuicamina, quien pidió plantar ahuehuetes y flores de diferentes regiones en el bosque.
Después, la Conquista
En un inicio, Hernán Cortés quiso anexar a Chapultepec como parte de sus propiedades. No obstante, el emperador Carlos V prefirió que fuera un espacio de recreación. Los virreyes lo ocuparon para pasear, montar a caballo y cazar. Uno de ellos, Luis de Velasco, quedó tan cautivado por su belleza que decidió construir un palacio de recreo en la falda del cerro. La edificación sirvió para celebrar fiestas, pero, a mediados del siglo XVIII, la explosión de una fábrica de pólvora cercana prácticamente lo destruyó todo.
En 1784, el virrey Matías de Gálvez retomó la idea. Así nació el famoso Castillo de Chapultepec, que hasta la actualidad sigue “vigilante”. En esa época casi no fue ocupado; incluso se intentó subastarlo o convertirlo en la sede del Archivo General del Reino de la Nueva España, pero nada se concretó.
Testigo de conflictos
Antes de que los españoles pudieran darle algún otro uso a la lujosa construcción, inició la Guerra de Independencia. En 1843, el Castillo se inauguró como sede del Colegio Militar y, en 1847, la invasión estadounidense dañó su estructura. Debido a esto, quedó en el abandono hasta la Guerra de Reforma. Durante ese periodo, más específicamente de 1859 a 1860, Miguel Miramón fue elegido presidente interino de México por el bando conservador y ocupó el Castillo como residencia.
Cuatro años después, fue nombrado Palacio Imperial de Chapultepec y Miravalle, hogar del entonces emperador Maximiliano de Habsburgo y la emperatriz Carlota. En su estancia embellecieron el espacio con jardines interiores y una rampa de acceso a Paseo de la Reforma. Cuando llegó el Porfiriato, volvió a ser Colegio Militar y el área del Alcázar se designó como casa del presidente, quien añadió elevadores y una sala de boliche. Díaz decidió en 1895 que las áreas verdes del Bosque de Chapultepec debían abrirse al público y, para ello, mandó a hacer un lago artificial, así como un trazado de calzadas al estilo del Bosque de Boulogne, en París.
Cabe mencionar que en el Castillo se llevó a cabo la primera función de cine en México en 1896. Ese mismo año se realizó la primera filmación en el país, con una pequeña grabación del dictador montando a caballo por el bosque.
Hasta la actualidad
La Casa del Lago fue construida en 1906 como finca de verano para los mandatarios mexicanos y el Monumento a la Patria hasta 1924. Durante la Revolución Mexicana, el Castillo fue ocupado por Francisco I. Madero, Venustiano Carranza y Álvaro Obregón. Finalmente, en 1938, el presidente Lázaro Cárdenas entregó el recinto al Museo Nacional de Historia, el cual abrió al público en 1944.
A inicios de la década de 1960, la Segunda Sección del Bosque apareció y en 1972 se creó el Audiorama. Dos años después, se unió la Tercera Sección. Hoy en día, aquí se encuentran importantes espacios culturales como el Museo Tamayo, el Museo de Historia Natural y Cultura Ambiental, el Museo Nacional de Antropología, el Auditorio Nacional y la Escuela Nacional de Danza Folklórica.
El Bosque de Chapultepec se ha adaptado a la transformación política, social y cultural de la Ciudad de México. Su impresionante historia es sólo un ejemplo de las anécdotas ocultas en los rincones de la capital.
*Texto adaptado para Máspormás
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