La palabra sajona cocktail se usó en Inglaterra para describir a los caballos que llevaban la cola cortada para indicar que eran de raza mixta. Los gentlemen británicos del siglo XIX empleaban el término para denostar a quienes consideraban faltos de clase y buenos modales. Cualquier individuo de “mala casta” era candidato a recibir esta despectiva etiqueta. Por lo tanto, el cocktail era sinónimo de impureza y ramplonería. Una versión de la historia explica así el origen de los brebajes compuestos de licor puro y jugos endulzantes; desde 1803, el Diccionario Oxford incluye una entrada para definir esta palabra.
En un inicio se limitaron a publicar que el cocktail era cualquier bebedizo antimigrañoso. Al paso de los años el concepto se difundió en los Estados Unidos, y los ciudadanos tardaron poco en asociar la palabrita con los preparados alcohólicos endulzados que se servían en un buen número de tabernas en las ciudades de la costa este. Mayo de 1806 es la fecha histórica aceptada para marcar el nacimiento del cocktail.
Otra explicación común argumenta que el coctel era un trago que se bebía durante las primeras horas de la mañana, poco después del quiquiriquí del gallo (cock), al que se le quitaba una pluma para decorar la bebida. Lo cierto es que no hay una fuente definitiva que esclarezca completamente la genealogía de este concepto. Hasta hoy, la descripción más común habla de una bebida fría que mezcla licores, jarabe y —en ocasiones— un toque de bitter.
Durante el período de la Ley Seca, el cocktail se diversificó a través de una multiplicidad de recetas que buscaban camuflar los fuegos etílicos bajo intensos sabores afrutados. Cada preparado adquirió su nombre propio y el cocktail quedó como una categoría genérica que abarcaría a la gran familia de las pócimas enervantes.
(JOSE MANUEL VELASCO / @gueroterror)