Habitantes de… la Brigada de la Vigilancia Animal

Ciudad

Desde hace 12 años la Brigada de Vigilancia Animal se ha encargado de salvaguardar el bienestar de los animales en la Ciudad de México.

Casi todos sus integrantes son policías. Portan un uniforme diferente a cualquier otro elemento y sus principales funciones recaen en la protección animal, desde el rescate y cuidado hasta en acciones de prevención contra el maltrato, el cual está tipificado en la capital mexicana como un delito.

Cada uno tiene funciones diferentes y se ha enfrentado a todo tipo de situaciones bastante peculiares; han participado en el rescate de gatos y perros, pero también de tigres y cocodrilos que, por distintas circunstancias, llegaron a territorio chilango, muuuy lejos de su hábitat natural.

Pero para entender a fondo esta enorme labor es necesario conocer las historias de sus integrantes, así como los retos a los que se enfrentan día con día.

Un trabajo con muchas satisfacciones

Trabajar en la Brigada de Vigilancia Animal puede traer muchas satisfacciones, y eso Carmelo Hernández lo sabe mejor que nadie, ya que es el encargado operativo de esta unidad.

Sentado detrás de su escritorio y orgulloso de su labor, recuerda alguna de las experiencias que han marcado los casi 13 años que ha pertenecido a la brigada, como aquella ocasión donde tuvieron que rescatar a un tigre de bengala de una pequeña habitación en la Benito Juárez.

“Estabilizarlo era un riesgo por su condición de salud, pero con la parte federal y los veterinarios de aquí logramos hacerlo. Fue un caso que se complicó, pero el saber que logramos salvarlo me dejó muy satisfecho”, afirma.

Durante todo este tiempo ha visto cómo muchos animales logran recuperarse, en especial los perros, quienes también son rehabilitados para que puedan ser adoptados y tener una mejor vida. “El problema no es atender las emergencias en la calle. Lo que nos preocupa es que tenemos más de 100 perros que ya están totalmente rehabilitados pero ahora no encuentran una casa”, añade consternado.

Sin embargo, aunque a veces se ponga difícil la situación, no olvida la importancia de su labor. “La mayor satisfacción es cambiar la cultura en la ciudad respecto a esta problemática. Nos falta mucho, pero estamos avanzando; hoy ya la gente denuncia. Además estamos previniendo delitos por la estrecha relación que existe entre ellos y el maltrato. Con un niño o un adulto que entienda la importancia de procurar el bienestar a un animal estamos previniendo un delito”.

El mejor agradecimiento se da sin palabras

Entra y sale del consultorio portando su característica bata azul. Revisa a los perros que ya están casi recuperados mientras coordina la atención a un pequeño perrito que acaba de ser atropellado y presenta una hemorragia en alguna parte de su cuerpo.

Su nombre es Mario Bárcenas, médico veterinario que ha destinado nueve años de su vida a atender a los animales que son rescatados por la Brigada de Vigilancia Animal. Su aspecto es alegre y de manera orgullosa habla de su trabajo que, en ocasiones, llega a ser muy difícil y no precisamente por las heridas que presenten los animales que, en ocasiones, llegan a ser muy graves.

“La falta de educación es lo que más complica mi trabajo. La medicina veterinaria se aplica, podemos tener procesos patológicos complicados, otros no tanto, pero el problema es saber: ¿por qué llegaron a mí esos perros con todos esos procesos patológicos? Pues por la inconsciencia de la gente, por su falta de responsabilidad, porque no esterilizan, porque sólo se compran perros por fechas del año y eso genera el abandono de perros que luego son atropellados”, afirma enérgico.

Pero al final del día no todo es malo. “Disfruto el hecho de ayudar a un perro. Disfrutas que el mismo individuo que al llegar te quería acabar y morder —por temor o por dolor—, ahora que se restableció te mira y mueve la cola”, afirma con una sonrisa.

“Más allá de la parte médica, sientes una satisfacción personal al estar en la Brigada de Vigilancia Animal porque no solamente queda en restablecer a un paciente que tiene propietario y se lo lleva; sino que estos perros son especiales porque seguramente ahí afuera iban a morir o sufrir más y sabes que estás a un paso de darles una buena oportunidad, por eso se siente diferente”, añade orgulloso.

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Los animales ya estaban aquí, nosotros vinimos a invadirlos

“Todo el rescate es difícil, hasta que todos estamos en tierra decimos que el trabajo está completo”, explica Mauricio Martínez, mientras muestra minuciosamente todo el equipo que necesitan para cumplir su labor, que incluye cuerdas, cascos y arneses.

Él es uno de los primeros integrantes de la brigada. Ha realizado cientos de rescates y actualmente se dedica a capacitar a los nuevos miembros usando el equipo de rapel. Los entrenamientos suelen durar cinco horas y se les prepara para enfrentar diversas situaciones.

“Los casos de rescate más comunes son de gatitos que se suben a los árboles. Nosotros llegamos a subir a alturas de 25 o 30 metros. A veces están muy asustados porque llevan días ahí, por eso tomamos clases en el área de veterinaria donde nos explican los distintos estados de ánimo de un animal”, detalla.

Su vocación ha ido más allá del trabajo y fuera de la brigada también le ha dado hogar a algunos animales. “Yo también he rescatado animales y me los quedo en la casa. Ya me están corriendo, pero bueno”, explica entre las risas cómplices de sus compañeros.

A pesar del tiempo que lleva en esto, está seguro que ciertos sentimientos nunca se van, como el miedo en cada rescate, la alegría de hacerlo bien o el impacto de algunas situaciones extremas. “Dicen que lo que queda más son las vivencias de impacto. Uno de nuestros primeros casos fue cuando fuimos a rescatar a una persona, donde unos felinos de talla grande lo habían matado, era un tigre y un león. Jugando lo jalaron hacia adentro de la jaula”.

“No te esperas que en la Ciudad de México haya ese tipo de especies. Pero después de esas situaciones fuertes dices ‘para eso existo, para eso hago este trabajo'”, afirma de manera contundente.

Por ello espera que todas estas acciones logren un cambio significativo en la ciudad. “Que se tome más conciencia con respecto a los animales, de que son seres vivos y que hay que respetarlos. Yo siempre lo digo cuando voy a dar pláticas y conferencias: recuerden que ellos ya estaban aquí, nosotros somos los que vinimos a invadirlos”.

Los animales necesitan tiempo y paciencia

“Ven, Rosita, ¡sit, sit!”, le pide Ismael García a una perrita negra para que también forme parte de la foto. Ella se deja consentir y curiosa mira a la gente que hay a su alrededor mientras se sienta al lado del policía.

“Ya me metí a un caño de aguas negras, barrancas, un ducto; hemos subido árboles y hemos bajado a zonas muy difíciles para los rescates. Que un ser humano haga eso por un animal es… pues… no hay forma de describirlo”, afirma Ismael mientras recuerda todo lo que ha pasado para salvar a un animal.

“Aquí cada quien pone su granito de arena. Hemos tenido animales donde sí están lastimados y llegamos a hablar con ellos: ‘calma, ya llegamos, te venimos a rescatar, no te pongas así, estamos aquí para ayudarte’. No entiendes cómo sucede, pero el animal te entiende; se queda quieto, deja que le pongas el bozal o el arnés de rescate y que lo traslades a una zona segura. Después, el animal te lo sigue agradeciendo”, añade, mientras Rosita juguetea a sus pies.

Pero uno de los principales retos sucede cuando el animal está dentro de un domicilio. “A veces nos exigen mucho de que ‘entren y saquen al perrito’, pero no se puede. Somos policías, no debemos de quebrantar la ley aunque sabemos que el animal está sufriendo. Necesitamos el apoyo total del ciudadano. Como todo delito, necesitamos un denunciante y la Fiscalía le dará la protección. Mientras sea en el interior de un domicilio, necesitamos el apoyo del dueño; si es en la vía pública actuamos bajo la flagrancia del delito y vamos a proceder en contra de esa persona. Pero la mayoría de los casos de maltrato ocurren al interior de una casa”.

¿Cómo ayudar?

Además de rescatar animales, la Brigada de Vigilancia Animal se encarga de rehabilitar a los perros para que dejen de tener miedo a las personas y puedan convivir con ellas y otros animales. Los esterilizan y los preparan para que puedan ser adoptados.

Si quieres conocer más de su labor y adoptar un perro, puedes acudir a sus instalaciones ubicadas en Avenida Manuel Ávila Camacho S/N, Xochimilco; a unos metros del Parque Ecológico de Cuemanco. Todos los domingos está el programa “Apadrina un animal de compañía”, de 9 a 14 horas para que conozcan a los perros y puedan apadrinarlos y, si así lo desean, adoptarlos.

(Fotos: Karla Almaraz)