Hace nueve años, Max Ramos abrió El BurroCulto, un espacio para bibliófilos y devotos de las ediciones raras y de culto. Se trata de un departamento de madera cuya estructura se conecta de manera circular; se decoró con cientos de objetos aparentemente inservibles o que llegaban a sus manos (una zapatilla, por ejemplo, reemplaza el picaporte de una puerta) y sus interiores están pintados con motivos que aluden al mundo de la lectura.
Pero, para contar bien la historia del Burro, hay que remontarse a El Hallazgo (ubicada en Mazatlán 30, col. Condesa), una de las primeras librerías de Max, y a la necesidad de sus clientes por contar con un lugar donde la atención fuera más personalizada y se pudieran encontrar libros antiguos o tomar café y platicar sobre literatura.
Aunque El BurroCulto abrió hace menos de una década, su selección de libros —alrededor de 7,000 volúmenes— es el resultado de 18 años realizando pesquisas y reuniendo los títulos más raros o valiosos de los otros locales de Max.
El material se divide en cuatro áreas: Historia de México; Literatura mexicana; primeras ediciones de letras hispanas, y una mezcla de Arquitectura, colecciones editoriales, Derecho antiguo, Fotografía, Literatura universal y Filosofía.
Sin embargo, es importante resaltar un elemento característico que diferencia al Burro de las demás librerías: su dirección no es pública. “Al principio, citábamos a la gente en El Hallazgo y la llevábamos, pero parecía una dinámica sospechosa y fue mejor cambiarla. Siempre hemos resguardado la dirección. El asunto es seguir las pistas, como si los bibliófilos fueran detectives a la caza”, concluye Max.
Para visitarla, solamente tienes que enviar un correo a [email protected] o buscar a Max en alguna de sus otras librerías y hacer una cita.
Foto: Guillermo Gutiérrez