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2 de junio 2017
Por: Mayo Romero

Leyendas Chilangas: el balcon de Don José de la Borda

Muchos años atrás en la época de la colonia, José de la Borda, llego a habitar la calle Madero y Bolívar, ocupando más de una calle

La calle Madero en el Centro Histórico resguarda más de una leyenda, sus grandes edificaciones nos cuentan cómo era antes de que muchos de nosotros naciéramos

Muchos años atrás en la época de la colonia, José de la Borda llegó a habitar la calle Madero y Bolívar; sí, su gran casa ocupaba las dos calles. José de la Borda llegó a la Nueva España en 1716, cuando tenía 17 años. Su hermano había llegado ocho años antes a Taxco, lo que le permitió hacerse propietario de la mina La Lajuela en la que trabajaron en conjunto hasta que un accidente terminó con la vida del hermano.

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Después de la desgracia, José de la Borda se mudó junto con su esposa a la Ciudad de México; en específico a la calle Madero que corresponde con los números 27, 29 y 33 y a la calle Bolívar números 24 y 26. Con la muerte de su hermano heredó la mina, lo que le permitió vivir cómodamente y disfrutar de los lujos y caprichos que el dinero le ofreció. Uno de ellos, y el más conocido, es el de la Casa Borda.

Para la construcción de la Casa Borda adquirió toda —todita— la manzana, lo que hoy son las calles Madero, Bolívar, Motolinía y 16 de septiembre. En su mente visualizaba construir la mansión mas grande de la ciudad. Pidió que se construyera un balcón que le permitiera ver las calles del Zócalo sin salir de su casa. Según cuentan, otro de los motivos de tener el balcón era que su esposa era muy hermosa y él, muy celoso. Por tal motivo no le permitía salir de la casa, pero sí ver las calles a través del balcón.

¿Te imaginas recorrer el Centro desde los cielos sin el tumulto de gente? Al final, la enorme construcción nunca logró realizarse. Sólo queda como testigo ese balcón que puedes ver al alzar la vista en Madero. Es muy fácil de distinguir ya que sobresale de los demás. Don José de la Borda murió en Cuernavaca en 1977 y pasó a la historia por las inmensas construcciones que también mandó a hacer allá como el Casino Español, que tiempo después albergó a los primeros Cines Lumière en donde se proyectó la primer película mexicana “Don Juan Tenorio”.

(Fotos: cortesía)

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