Dos de nuestras cosas favoritas en el mundo se reúnen en este local: música y chocolate.
Cuando terminó sus estudios de posgrado en Holanda, Emilio Mejía regresó a México sin mucha idea de su futuro laboral. Después de todo, Música es de esas carreras que te recomiendan no cursar si te quieres volver millonario, y “peor tantito” si te especializas en el Barroco. En ese limbo estaba cuando, un día, se puso a ver videos de chefs famosos en YouTube y se topó con uno en el que preparaban chocolates. En vez de pensar “qué antojo, voy a la tiendita”, dijo “wow, yo quiero hacer eso”. ¡Y sí! Tomó cursos, investigó, leyó un montón, compró su material y se puso a experimentar. Después de unos meses, se alió con otro colega músico, Darío Moreno, para abrir un local chocolatero: Capsicum.
Las piezas de chocolate se preparan con cobertura mexicana de excelente calidad, y hay toda una gama de sabores que van desde el blanco con maracuyá hasta el amargo con mezcal. Además de las opciones sólidas –que puedes comerte ahí o llevarte a tu casa en una coqueta cajita–, están las bebidas. La mejor, sin duda, es el chocolate con chile (aguas, porque sí pica). También hay café, tascalate, tejate y horchata.
La profesión original de los dueños no quedó en el olvido. Parte del mobiliario de Capsicum es un clavecín, y no está ahí de adorno. A veces se organizan miniconciertos en los que se degustan chocolates que “maridan” con la música. La experiencia es difícil de describir con palabras o emojis de chocolate y notitas: mejor hay que checar en su Facebook cuándo es el próximo evento y vivirlo en oídos y paladar propios.
Capsicum
Campeche 51, col. Roma.