Fotografía: Pexels. Texto por Ana Paula Domínguez
El día de hoy quiero compartir contigo cinco reflexiones que he aprendido en mis últimos 14 años de maternidad:
- Ve quién es tu hijo, hija, hije, y no quién te gustaría que fuera. Acéptale por lo que es.
- Todos tienen algo qué decir sobre cómo estás educando a tu hijo, porque tuvieron una misma situación familiar o por el motivo que sea, y muchas veces te proyectan sus propios miedos. ¿Por qué tendría que repetirse la historia de algo que sucedió en otro entorno hace 20 o 40 años? Cuando pase algo así, respetuosamente no tomes esos consejos o sólo toma lo que te contribuya; ojo, también hay que tener cuidado y ver cómo muchas veces somos nosotros quienes proyectamos nuestros miedos o repetimos nuestra propia historia con nuestros hijos.
- Un principio básico guía para nuestros hijos, hijes, hijas es: no te hagas daño a ti, no hagas daño al otro, de ninguna forma; una vez comprendido eso, qué tal sería darles un voto de confianza y cuando algo no esté funcionando crear una nueva realidad, elegir diferente, crear la familia que a ti te funciona. Cada 10 segundos, podemos elegir diferente.
- En todos los momentos de la vida nuestros hijos nos observan. Podemos pretender ser alguien pero ellos ven nuestras acciones, por eso trabaja en regular tus emociones, en tu desarrollo personal y sé congruente entre lo que dices y haces.
- Escucha activamente. Respira naturalmente por dos ciclos para permitirle a tu cerebro cambiar de una actividad a otra. Aleja cualquier distractor como televisión, radio, teléfono o computadora; tampoco puedes estar haciendo otra cosa. Mira a los ojos a tu hijo o hija. Escucha cuidadosamente lo que te dice.
Cuando haga una pausa, repite en otras palabras lo que te dijo, podemos empezar diciendo “lo que me quisiste decir es que…”. Haz preguntas que lo aclaren.
Cuando termine de hablar, resiste el impulso de dar tu opinión, en lugar de eso puedes darle un pequeño resumen para saber si está de acuerdo y se siente comprendido. Si lo que necesitaba era simplemente compartir algo, él terminará la charla y se irá. Si necesita una solución, se quedará. Entonces puedes preguntarle cómo se siente, qué opina o qué ha pensado hacer.
Este es el momento más importante, ya que le estarás ayudando a alcanzar una solución por sí mismo o, si lo pidiera, le darás un consejo sabio.
Infórmate al momento en nuestras redes sociales como Máspormás y conoce más del día a día de la agenda pública.