En 2008, Joaquin Phoenix anunció que se retiraría de la actuación para convertirse en un hiphopero profesional. A este anuncio le siguió una serie de apariciones muy desafortunadas en antros y en programas de televisión donde se podía ver a un Joaquín barbón, sucio, borracho e imprudente. Desde ese momento, y durante todo un año, su cuñado, el director Casey Affleck, lo siguió a todos lados con una cámara para grabar sus desvaríos y crear el documental I’m still here.
Uso de drogas, desnudos, alcoholismo y violencia quedan registrados en esta cinta que, poco tiempo después de haber sido estrenada, se confesó había sido toda una farsa. O sea que durante un año Phoenix fingió estar dañado para interpretar “el papel de su vida”, declaración que a muchos no dejó convencidos de que el documental fue una estrategia para salvar el prestigio del actor. Somételo a tu juicio.
Puedes verlo en Netflix.