Platicamos con el también diseñador gráfico sobre sus próximos proyectos, la apropiación de lo mexicano en el arte y la imagen surrealista de nuestro país
Hace unas semanas, el artista visual Cocolvú realizó uno de sus trabajos más recientes al interior del restaurante El Mayor (República de Argentina 15, Centro). Titulada Saltimbanquis y sabor, la obra fue pintada a lo largo de una semana, mide 5.20 por 2.10 metros, y en ella, su autor quiso que habitaran “personajes interactuando con la idiosincrasia y el folclor mexicano”. Aprovechando la ocasión, platicamos con el artista.
Tu seudónimo está inspirado en el Popol Vuh, ¿su lectura tuvo un impacto en ti y en tu trabajo? ¿Te enloqueció su cosmovisión?
Desde que soy niño me dicen Coco. Ya grande, empecé a aplicar el Cocol Vuh por el Popol Vuh, el libro sagrado para los mayas quiché. Es un libro cosmogónico; una invención sobre el origen del universo, desde una piedra y un árbol hasta los animales y los seres humanos. Creo que la creación del arte también proviene de una invención de todo.
¿Cómo te marcó formarte en el extranjero?
Cuando vives aquí te acostumbras a muchas cosas. En Garibaldi puedes ver en el mismo cuadro, por ejemplo, un BMW, una persona vestida de mariachi y un niño muriéndose de hambre. Parece que todo lo que nos rodea es normal, pero una vez que sales del país y escuchas a la gente hablar de él, logras entender que México es único.
¿Qué piensas de la integración de lo mexicano en el arte?
Creo que no se trata de agarrar un tema cliché. No se trata de tomar imágenes de Frida Kahlo o de la lucha libre para copiarlas y calcarlas. El sentido es salirse de esos estereotipos. La identidad de México está conformada por muchísimos elementos. ¿Qué pasa si agarro un poco del estado de Chihuahua y lo mezclo con el de Sonora? ¿Y si además exploro las posibilidades de los alebrijes? Ahí ya estarías empezando a inventar.
¿Intervienes objetos para resignificarlos?
Las cuestiones utilitarias del día a día son resignificadas al darles un valor agregado. Ya no es la silla de madera, sino que es la silla pintada y dirigida a un cliente o pintada especialmente para una persona. ¿Por qué la pintura tiene que estar delimitada a un cuadro, un lienzo o un museo? ¿Por qué no se puede tratar de pintar un sofá, unas aletas de buzo, una cajita de cerillos? No hay reglas; puedes tomar el ropero de tu abuela, restaurarlo y pintarlo. Quizá después lo verán como una obra de arte.
¿Qué estás preparando para tu exposición en Francia?
Es un proyecto tentativo, aún no ha aterrizado al 100%. La idea es participar en Qué Gusto, un festival culinario en el que algunos chefs mexicanos son llevados a Francia para enseñarles recetas tradicionales a los chefs franceses. A principios de noviembre, en el marco del festival, hay otra idea: intervenir y hacer varios murales en compañía de un chef. Sería un evento en vivo: él estaría cocinando y yo, pintando. La idea es que él cocine con ingredientes inspirados en mi trabajo, utilizado alimentos con colores muy vivos (mango, kiwi…). Ahora está de moda hacer cenas privadas donde se puede participar de todos los tiempos (entrada, comida, postre) y simultáneamente se realiza un happening, alguien improvisa con los pínceles o un instrumento musical. Es un concepto muy nuevo y en boga.
¿Cómo encuentras el punto de equilibrio entre el espíritu de una marca y tu individualidad creativa?
Cuando un cliente acepta que trabajemos juntos, de alguna forma ya está validando que su marca y mi exploración artística pueden funcionar a la par. La marca te da lineamientos, parámetros, pero también te permite ser y confía en ti; es ahí cuando obtienes la libertad de inspirarte y decir: ‘Yo creo que a esta marca le puede sentar bien esto o aquello para que tenga cierto eco comercial’. En este momento trabajo en unas vallas para Vasconia. Estoy utilizando mucho color para que quien las vea se acerque y descubra la historia que hay adentro, que primero se deje atrapar por la psicología del color y el impacto visual.
Al margen de tu trabajo con las marcas, ¿cómo defines tu exploración creativa?
Pues yo haría énfasis en la parte humorística y en lo vivo del color; en aquel punto que te hará pensar que lo que estás viendo es divertido o gracioso. Estamos rodeados de historias negativas: en la política, en las noticias, en la sociedad, en la vida cotidiana… Por esto mismo no quiero hacer un arte que genere angustia o ansiedad, no quiero ser una piedra más en el zapato del espectador. Quiero que la gente se divierta, por eso creo que el humor y lo colorido representan mi exploración.