Capitán América: Guerra Civil (Captain America: Civil War, 2016) ha sido descrita como la mejor película del Universo Cinematográfico de Marvel pero no estoy de acuerdo. Antes que nada, sería muy difícil comprobar que existe una película superior a las demás, salvo que las otras fueran notoriamente inferiores. Las hay, por supuesto, pero en sus mejores momentos Marvel ha demostrado una originalidad tan atractiva para los espectadores como para la crítica. En mi caso, puedo decir que admiro las aspiraciones shakesperianas de Joss Whedon en Los Vengadores (The Avengers, 2012) y la integración del cine de espías al de super- héroes que hicieron los hermanos Russo en Capitán América: El Soldado de Invierno (Captain America: The Winter Soldier, 2014). Guerra Civil, también dirigida por Joe y Anthony Russo, no me parece tan innovadora como la última aventura del gran héroe americano, aunque no por eso menor.
En Guerra Civil, los Russo reciclan el estilo que utilizaron en El Soldado de Invierno y mantienen un ritmo que intercala las intrigas internacionales, reflejo de las preocupaciones modernas, con la acción desenfrenada y espectacular que se esperaría de una película de superhéroes. Sin embargo, la batalla principal entre los Vengadores carece de tensión porque, entre el tono ligero y la reaparición de los personajes ya confirmada en películas próximas, es obvio cómo va a terminar. No es cierto que no se le puede exigir más a Disney —la compañía madre de Marvel— por ser Disney, al contrario, ellos tienen el poder para arriesgarse y redefinir los cánones del cine de superhéroes. El problema es que no quieren, debido a in- tereses comerciales. Todavía faltan décadas para que nuestros semidioses se asemejen en la pantalla a los sórdidos, trágicos e infinitos dioses de la antigüedad.