Quienes trabajan en Santa Fe saben que, cuando Constituyentes está muy llena, la mejor alternativa es subir o bajar por el pueblo. A veces no es el camino más veloz, pero sí el más pintoresco. Y el mayor atractivo visual, sin duda, es la muy sexy muñeca encuerada tallada en el tronco de un árbol.
El autor de esta obra es Gonzalo Jiménez, quien tiene un taller mecánico especializado en birlos. (Para quienes don’t speak coche, los birlos son los tornillitos que mantienen las llantas en su lugar).
La encuerada “nació” hace 14 años. A principios del milenio, las autoridades de la delegación llegaron a talar los árboles podridos del barrio. Frente al taller “Jiménez” había dos. Uno se lo echaron completito, pero al otro le dejaron un cacho de tronco. Gonzalo se estrenó como escultor con esta obra. Primero le hizo su cintura y sus nalgas. “¿Y dónde le vas a poner la inyección?”, le preguntaba cotorramente a sus amigos. Ya luego le hizo las chichis, con todo y vista al arroyo vehicular, pues a dónde más.
Dice que la idea se le ocurrió así nomás, pero que sí ha servido para que los clientes potenciales ubiquen el negocio. “Una señora me dice un día: ‘¿Y a poco las mujeres le gustan así?’. Y yo le contesto: ‘No, lo que pasa es que así estaba el árbol’. Hubiera estado más ancho y la hacía más gordita”, dice Jiménez. También asegura que, se haberse mantenido en pie el otro árbol que estaba frente al negocio, hoy la muñeca tendría a su pareja.
La encuerada del árbol está frente al número 388 del Camino a Santa Fe, en la colonia Arturo Martínez, cuyas calles tiene nombres de gentilicios mexicanos: la escultura está entre Queretanos y Michoacanos, y es paralela a Veracruzanos y Tabasqueños. Con semejante ícono de la ciudademexicanidad, habría que proponerle a la delegación Álvaro Obregón que, en ese tramo, la avenida se llamara Chilangos, ¿a poco no? Cáele y sácale la vuelta al caos del lugar.
Fotos: Lulú Urdapilleta