La calle de República de Brasil nace a pocos metros de la Catedral y conserva el trazo de una calzada prehispánica que iba de México a Tlatelolco. Desde entonces, no ha perdido su vocación comercial; muchas historias hay entre sus edificios.
Entre República de Cuba y Belisario Domínguez se encuentra la Plaza de Santo Domingo. En este sitio estuvo la residencia de Cuauhtémoc, último gobernante de Tenochtitlán, y desde la época colonial es conocida por los escribanos que a diario redactan cartas y documentos en el Portal de los Evangelistas, ubicado del lado poniente. Al centro está un monumento dedicado a la corregidora Josefa Ortiz de Domínguez que se instaló en febrero de 1900.
Este cuadrante debe su nombre al templo de Santo Domingo, situado al norte. La construcción se realizó en el siglo XVIII para reemplazar otra más antigua, y es obra de Pedro de Arrieta, aunque los retablos fueron remo-
delados más tarde en estilo neoclásico; el convento aledaño desapareció en el tiempo de la Reforma para abrir la calle de Leandro Valle, donde una placa recuerda la filmación de la cinta El callejón de los milagros, en 1995. A un costado se puede visitar la pequeña Capilla de la Expiración, sobreviviente del mismo conjunto, y justo enfrente hay que hacer una escala en el Salón Madrid, la cantina tradicional del rumbo desde 1896.
En la acera oriente de la plaza destacan dos espacios que se remontan al siglo XVIII. El primero es la Real Aduana, que se caracteriza por sus amplios portones y quedó concluida en 1731; para 1937 el inmueble se integró a la Secretaría de Educación Pública, y poco después, David Alfaro Siqueiros comenzó a pintar el mural Patricios y Patricidas en el cubo de la escalera que divide los dos patios interiores.
El segundo es el Palacio de la Inquisición, planeado por Arrieta en 1736, que albergó el tribunal y a los prisioneros del Santo Oficio hasta su abolición en 1820. Luego de pasar por diversos usos se convirtió en la Escuela de Medicina, punto clave del llamado Barrio Universitario; en este lugar se suicidó el célebre poeta Manuel Acuña a finales de 1873. Hoy es el Museo de la Medicina Mexicana y resalta por la esquina ochavada con una portada barroca que luce el escudo de la Inquisición: la cruz, la espada y la rama de olivo.
La casa marcada con el número 37 perteneció a Andrés Quintana Roo y Leona Vicario después de la Independencia, y actualmente es la Coordinación Nacional de Literatura. Muy cerca, en el 46 murieron dos personajes ilustres del siglo XIX: el historiador Carlos María de Bustamante, en 1848, y el escritor Manuel Gutiérrez Nájera, en 1895.
En la esquina con República de Bolivia queda un curioso ejemplo de arquitectura neocolonial, y llegando al cruce con República de Nicaragua se levanta la parroquia de Santa Catarina Mártir, que fue una de las primeras de la ciudad en el siglo XVI y se reconstruyó en 1740, con modificaciones posteriores. Al frente se extiende la plaza del mismo nombre, donde sobresale la casa de la familia Tagle, edificada a finales del siglo XVIII, que ahora es la sede del Fideicomiso del Centro Histórico.
Para finalizar, entre República de Ecuador y el Eje 1 Norte se encuentra la Secundaria 245, donde décadas atrás estuvo el Cine Máximo, una sala estilo Art Déco con capacidad para más de 4 mil 700 espectadores.
(Fotos: Lulú Urdapilleta)