Estas, según nosotros, son ocho de las cosas más asquerosas que te pueden pasar en la Ciudad de México. Eso sí, consideramos muy importante hacerte esta advertencia: por favor, no leas esto a la hora de la comida
Jugo de basura
A su paso, los camiones recolectores de desecho van dejando un rastro de un líquido repugnante que podríamos describir como “jugo de basura”, una verdadera arma bacteriológica. Fuchi.
Chicle sorpresa
Estás muy tranquilo sentado en un restaurante cuando de pronto tu mano, bajo la mesa, se topa con una textura suavecita. Sí, es un chicle masticado, con las babas de un desconocido.
Baño público
La gama de asquerosidades que te pueden tocar aquí empieza desde lo más fresa, como la persona que dejó papel en el lavabo, hasta pelos en el asiento del WC o papel con premio en el bote.
Agüita de coladera
El ex DF cuenta con un moderno sistema de drenaje que expele aguas negras para formar hermosos cuerpos acuáticos efímeros, mismos que los peatones deben cruzar de formas creativas.
Asiento sudado
Es hora pico, el transporte viene lleno, estás cansado y de pronto se desocupa un lugar frente a ti. ¡Parece un milagro! Contento, procedes a ocuparlo… para notar que está húmedo y calientito.
Guácara callejera
A alguien le ganó la indigestión o la borrachera y tuvo que voltear su estómago en la calle. Ahí, en la banqueta, está la prueba de su mala alimentación, con pedacitos sin digerir de lo que comió.
Pelo en la comida
Estás feliz echándote un taquito de guisado cuando te das cuenta de que incluye un ingrediente inesperado: un pelo. Y uno laaaargo, laaaargo. Que, además, está muy enredado en tu comida.
Charco grasiento
Los puestos de comida callejera nos llenan de alegrías alimentarias, pero al final del día solo quedan restos de agua puerca, grasita renegrida donde se frieron garnachas y las babas de las salsas.
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