Ocho extraño hábitos, códigos y ocurrencias chilangas que hacen esta ciudad única.
Colgar los tenis
Aunque la expresión es más común que la acción, todavía se ven zapatos deportivos colgando de los cables de luz. Y necesariamente pertenecieron a un difunto.
Lavar la banqueta
Puede que algunos defeños tiren basura, pero eso sí, las banquetas relucientes. Es chamba que no se le delega a los de limpia, no, es de uno y se usa harrrta agua.
Tortillas al sol
Con eso de que vivimos en perpetua crisis económica, hay que aprovechar todo. Un buen ejemplo son las tortillas al sol, para que se conviertan en tostadas o totopos.
Botellas de agua
La botella o la bolsita de agua colgada sirve para espantar moscas, ¿pero y la botella en el pasto? Dicen que es para que los perros no se hagan pipí.
Echarle limón a todo
Este fenómeno ya hasta se convirtió en video viral. Pero en serio, ¿qué nos pasa? Aunque sea hay que probar antes la comida a ver cómo sabe solita.
Estorbos
En la Ciudad de México somos inventores del utilísimo “estorbo”, que sirve para apartar lugares, bloquear el paso o como objeto decorativo.
Chiflar cuando algo se rompe
Ya sea en un restaurante, un mercado o cualquier lugar concurrido, si se escucha el estruendo de algo rompiéndose, la reacción de la multitud es chiflar.
La varilla salida
La autoconstrucción defeña es la prueba de que los arquitectos no son a huevo. Lo que sí es indispensable es dejar la varilla salida por si se ofrece echar otro piso.