Irene y Alberto, un joven matrimonio como cualquier otro, llega una tarde a casa sólo para descubrir que han sido víctimas de un robo. El lugar está patas para arriba, y Abril, su gata de cuatro años, no aparece por ningún lado.
El único espacio que permanece casi intacto es el cuarto del bebé. Los paquetes de pañales, los biberones, las botellas de aceite, las mantas, la andadera, la carreola… Aunque desordenado, todo sigue ahí. Y en la cuna, el muñeco modelo reborn de la marca Fiel, hecho de silicón a partir de las facciones de la pareja y con las cuatro pilas D que le dan vida, permanece lleno de polvo y telarañas en la cuna.
“La vida atropella, siempre encuentra la forma de chingarte. A otros les quita el dinero, los condena a trabajos miserables, los lleva directo contra un poste en la carretera, les da enfermedades, los mantiene siempre a raya del éxito, les quita las palabras. A mí me quitó a un hijo antes de nacer y siempre seré eso”, dice Alberto, cansado y desanimado porque la vida le negó la oportunidad de ser padre.
Y cuando los dos parecen estar listos para continuar con su vida normal, aparece un disco con la filmación del día del robo. Entre groserías y amenazas, un hecho en particular capta la atención de la pareja: entre el grupo de ladrones, hay una joven mujer embarazada. Intrigados con este personaje, deciden contratar a un investigador privado para averiguar más.
Los últimos hijos es una historia sobre la paternidad, pero también sobre las obsesiones que nos mueven en la vida. Esas ideas, completamente irracionales, que nos ciegan y al mismo tiempo nos encaminan.
El año pasado, Antonio Ramos Revillas fue seleccionado como uno de los mejores 20 narradores mexicanos menores de 40 años. Es, también, autor de los libros El cantante de muertos, La guarida de las lechuzas y Polo Ortega cocinero. Además, dirige la joven editorial 27 editores.
(Los últimos hijos. Antonio Ramos Revillas. Almadía. México, 2015. 260 páginas. 229 pesos)