Ciudad Universitaria fue el proyecto más importante de su tiempo, y aunque ahora está rodeada de grandes avenidas, centros comerciales, en sus inicios esta zona estaba casi despoblada; sólo llegaban algunas rutas de camión y un tranvía
Cruzando la Avenida de los Insurgentes está el Museo Universitario de Ciencias y Artes, que da cabida a exposiciones de temáticas diversas. Muy cerca se ubica la Facultad de Ingeniería, donde las terrazas y espacios abiertos del Edificio A ofrecen una gran vista de este lado del campus, y frente a las Islas sobrevive un pequeño inmueble que originalmente fue el Club Central, espacio de encuentro y convivencia estudiantil, y hoy alberga la Dirección General de Orientación y Servicios Educativos.
Desde su concepción, el plan de la Ciudad Universitaria adoptó el llamado “sistema Herrey”, un trazado de circuitos y pasos a desnivel que permitiría la circulación continua sin necesidad de semáforos. El Circuito Mario de la Cueva es la entrada a la zona cultural; en el cruce con Insurgentes se puede apreciar el mural Abstracción integrada, que fue realizado por Carlos Mérida para una fábrica de bujías en Vallejo y llegó a este lugar en la década de los 80.
Hacia el oriente destaca la Biblioteca Nacional, concebida por Orso Núñez en 1979 para reemplazar la antigua sede del acervo, el templo de San Agustín en el Centro Histórico. Aquí también se trasladó la Hemeroteca Nacional, que hasta ese año había ocupado la vieja iglesia del Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo. Como parte del mismo conjunto se construyeron la Sala Nezahualcóyotl, el Teatro Juan Ruiz de Alarcón y la Unidad Cinematográfica; en tiempos más recientes se añadió el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, del arquitecto Teodoro González de León.
El árido paisaje de lava petrificada que caracterizaba al Pedregal de San Ángel fue el sitio elegido por diversos artistas para crear el Espacio Escultórico. El elemento principal es un amplio círculo rodeado por figuras piramidales. En el lado opuesto de la avenida, siete obras lucen sus colores sobre el mismo suelo agreste: aquí están la Corona del Pedregal, de Mathias Goeritz; la Variante de la llave de Kepler, de Manuel Felguérez; el Ave dos, de Hersúa; la Coatl, de Helen Escobedo; el Colotl, de Sebastián; el Ocho conejo y las Serpientes del Pedregal, de Federico Silva. Vale la pena conocer cada una, y no dejar pasar la ocasión de realizar el recorrido por el curioso trazo de la última; de paso, la cartelera de actividades del Museo Universum es el mejor comple- mento para terminar esta jornada universitaria.
Fotos: Lulú Urdapilleta