FOTOS: JUANA GARCÍA

“Somos buenas personas, venimos a buscar oportunidades”

Por: Juana García

Compártelo en tus redes...

Extranjerxs que viven sin papeles en Estados Unidos enfrentan incertidumbre ante las agresivas políticas antimigratorias de Trump

Ricardo Macías y Maily Estefanía son una joven pareja venezolana que tuvo la suerte de conseguir su permiso de entrada a Estados Unidos cuatro días antes de que iniciará el segundo gobierno de Donald Trump.

Este par consiguió pasar por Texas con dirección a Chicago, donde esperaban llegar el 20 de enero, el mismo día que el magnate republicano juramentó como el presidente número 47 de los Estados Unidos para luego anunciar una serie de medidas antimigrantes que dificultarán aún más la entrada al país de las barras y las estrellas y complicarán la ya de por sí difícil estancia de las personas que residen en aquel territorio sin documentos legales.

El lunes pasado Trump cumplió sus amenazas y las materializó en órdenes ejecutivas: declaró una “emergencia nacional” en la frontera con México para militarizarla, anunció la reinstauración del programa “Quédate en México”, bloqueó la ciudadanía estadounidense por nacimiento y anunció la deportación de “millones y millones” de extranjerxs a sus países de origen.

Al día siguiente iniciaron las redadas prometidas con el objetivo de arrestar y deportar a las personas indocumentadas, mismas que incluso se pueden efectuar en iglesias, hospitales y escuelas.

Las políticas anunciadas por el nuevo presidente no eran sorpresa para nadie, pues las hizo en campaña y llevaba las últimas semanas repitiéndolas. Este contexto es en el que Ricardo y Maily emprendieron la recta final de su viaje a Chicago, donde los esperaban unos familiares, aunque en la nueva era Trump nada es seguro incluso habiendo cruzado la frontera.

“Nuestra meta es llegar, no sabemos cómo será después, entraremos legalmente para trabajar y hacer un poco de dinero… Somos buenas personas, sólo venimos a buscar otras oportunidades que no teníamos en nuestro país”, dijo Ricardo a + Chilango diario días antes, mientras esperaba en la CDMX su cita para el permiso de entrada a Estados Unidos.

“Tenía algunas cosas, las tuve que vender para juntar un poco de dinero y arriesgarme, porque allá en Venezuela sólo te ganas la comida del día y a veces ni eso. Cuando sube el dólar, sube todo, entonces apenas y uno sobrevive. Por eso vendí mi moto y otras cosas para arriesgarme a venir”, añadió.

Desde un pequeño refugio construido de madera, cartón y plástico en la capital, Ricardo, Maily y 18 personas más tuvieron la suerte de que aún fueran aprobados sus permisos por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza. Dos personas del grupo no pudieron hacerlo y se quedaron en la frontera de México.

“A dos del grupo los dejaron detenidos, escuchamos que los iban a deportar”, nos contó Maily posteriormente en un mensaje de texto.

El riesgo es latente

Cuando Ricardo y Maily decidieron salir de su país, nunca imaginaron que su recorrido sería un viacrucis desde Venezuela hasta Estados Unidos, especialmente en la frontera sur de México.

“En todas partes nos querían cobrar, todos querían dinero, aunque no tuviéramos, sólo lo mínimo para llegar a nuestro destino. Pero más en la frontera de México, querían dinero por todo, además de los acosos, robos y un montón de cosas. No sólo nos pasó a nosotros sino a otros compañeros de Honduras y El Salvador”. Aunque los jóvenes también reconocen la solidaridad de familias mexicanas que les acercaron alimentos, ropa y otros apoyos.

Cuando llegaron a la capital, un mes después de salir en Venezuela, tuvieron que refugiarse por nueves meses en un espacio conocido como “ranchito”, que no son más que cuartos de dos metros cuadrados construidos por otros migrantes que pasaron antes. Los ranchitos están hechos de cartón, plástico, nailon y madera.

Ahora, todo el esfuerzo y penurias que pasaron en 10 meses pende de un hilo si las políticas de Donald Trump lxs alcanzan y sxn obligadxs a regresar a Venezuela.

  • Cerca de 1.6 millones de personas provenientes de Sudamérica viven sin papeles en Estados Unidos