Tortilla frita, salsa, crema, cebolla, queso. ¿Qué tan difícil puede ser preparar chilaquiles? Ah, pues tiene su ciencia, y aunque en cualquier changarro tengan su versión de este platillo, sólo algunos destacan. Ésa es la intención de Hijos del maíz: sobresalir de entre el montón, divertirse con recetas alocadas y ampliar las fronteras del chilaquil.
Pero antes, hay que hablar de lo que no son chilaquiles y que también hay que probar aquí. La crema de frijol se sirve con aguacate, queso chiapas, tiras de tortilla frita y un toque de chorizo verde que potencia el sabor del resto de los ingredientes. Las rajas con crema y queso gouda son ideales para taquear y compartir. Y la ensalada de nopales es la manera más rica de sentirte nutricionalmente tranquilo porque ya comiste verduritas. Ah, y las bebidas: aguas frescas riquísimas, cervezas artesanales, refrescos “nostálgicos” (Lulú, Titán, Manzanita) y jugos preparados al momento.
Ahora sí: los chilaquiles. Después de mucho darle vueltas a la tortilla, se decidieron por totopos cuadrados y chiquitos, que son fáciles de comer, se conservan crujientes y hasta se ven bonitos. Puedes pedir los básicos, rojos y verdes, muy bien elaborados y cumplidores, con la proteína de tu elección: huevo, cecina, pollo o bistec. Pero hay que atreverse a pedir los muy bien logrados experimentos de la carta: los de pollo al pastor, los de cochinita pibil, los de pipián verde, los de frijol de camarón, los poblanos, los de tres quesos mexicanos… ¡buenísimos! Y si el hambre es seria, puedes irte por unos chilaquiles premium, con 200 gramos de arrachera, chuletón de puerco o rib eye. No habrá crudo que se resista.
Hijos del maíz
Nueva York 264, Nápoles; 5536 4693.
Lunes a domingo de 8 a 17 h.