Desmintiendo a la Iglesia

Si En primera plana (Spotlight, 2015) llegara a ser una película importante en la historia del cine no se debería a su forma —bien ejecutada pero intrascendente— ni a los premios Oscar que gane o no. Se debería a su representación de la actitud moderna hacia las religiones y en específico hacia el catolicismo.

Hace medio siglo, John Lennon declaró que su banda, The Beatles, era más popular que Jesús. Lo que en aquel entonces provocó quemas de discos y motivó a Mark Chapman a asesinar años después al hereje es hoy una actitud usual en Facebook y páginas como “Yisus es un loquillo”. Sólo en una época como la nuestra, cuando el método científico reemplaza la fe, podría Hollywood distinguir a una película que enfrenta a la Iglesia Católica por encubrir a sus sacerdotes involucrados en casos de pederastia.

Muchos valoran la película por su representación de un periodismo idealizado: comprometido, profesional y moral. Creo, sin embargo, que la importancia de la cinta no recae en estos temas, explotados ya en Todos los hombres del presidente (All the President’s Men, 1976), que En primera plana imita, sino en su demostración de que la Iglesia ya no es la embajada de Dios en la Tierra ni sus sacerdotes emisarios de la virtud cristiana. La indisposición de los reporteros del Boston Globe a usar un lenguaje que minimice el abuso o a permitir que su investigación sea desechada como una serie de incidentes aislados refleja a una sociedad crítica, sin temor a la excomunión.

El director Tom McCarthy ha creado una cinta de intriga eficiente como las mejores pero, más importante, una imagen de nuestra sociedad que se resume en la confesión de un heroinómano que describe explícitamente el abuso que sufrió. Somos ya incapaces de maquillar o defender los vicios que se esconden tras la imagen de lo divino.

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En primera plana

Dirige Tom Mc Carthy.

Con Mark Ruffalo, Michael Keaton y Rachel McAdams.