Todavía descansa sobre algunas mesas de novedades el libro Sobrebeber del escritor inglés Kingsley Amis, editado por Malpaso. Con un prólogo del filósofo Christopher Hitchens, célebre por títulos como Dios no Existe y Cartas a un joven disidente y autor de cabecera para cualquier ateo epicúreo que se respete, la obra de Amis reúne tres ensayos: On drink, Everyday drinking y How’s your glass?; es, básicamente, la bitácora de un borracho elegante, talentoso, erudito y —sobre todo— armado de un agudo sentido del humor.
Esta obra compendia, entre otras cosas, consejos para combatir la cruda, devaneos filosóficos, diatribas contra la mamonería, recetas, referencias literarias y hasta un cuestionario donde el padre de Martin Amis reta al lector a nombrar licores elaborados, por ejemplo, con hojas de limonero y bayas de madroño.
Regalo espléndido para el poeta maldito, en estas páginas se despliega una franca apología de la borrachera, el estado psicofísico que hace llevadera la existencia y sirve —en algunos casos— como vía alternativa hacia el autoconocimiento. La visión de Amis sobre la bebida parte de dos principios fundamentales: 1) cuando se trata de embriagarse, uno debe ponérsela fácil (adecuarse al presupuesto, evitar las compañías desagradables, olvidar la ortodoxia mixológica, etc.); y 2) tener presente que “en el contexto etílico, la subjetividad es muy importante”. Si lo tuyo es el Padre Quino con Coca Cola: ¡Adelante amigo, que la vida es breve!
La gran familia de ebrios está en deuda con caballeros considerados como Kingsley Amis, quienes hacen lo posible por compartir sus tips para sobreponerse a la Cruda Metafísica, esa mezcla de desprecio a uno mismo, sensación de fracaso y angustia existencial que sobreviene y recrudece después de una noche de copas. ¿Quién —de entre todos nuestros cuates borrachines— tendrá la delicadeza para sugerir curarnos la resaca a base de poesía bélica, piezas de Sibelius y novelas de C.S. Forester?
(José Manuel Velasco / @gueroterror)