Dicen que hay que leer, al menos, 20 minutos al día. Hay espectaculares y anuncios de televisión en los que deportistas y actores invitan a la gente a hacerlo. En la escuela te obligan, convirtiéndolo, para algunos, en una carga más que un placer. Pero muy pocos hablan de las razones reales para hacerlo. Cada quien puede tener motivos diferentes. Yo leo, además de para divertirme, para vivir otras experiencias. Para acercarme a otros. Para viajar en el tiempo. Para mí, los libros son una oportunidad para entender otros mundos.
Todo esto viene a cuento por la publicación reciente de un libro que te hace confrontarte con una realidad dura e incómoda: El ferrocarril subterráneo. La protagonista es Cora, nieta e hija de esclavas. Su abuela llegó a América en un barco proveniente de Liverpool; su madre la abandonó cuando tenía 10 u 11 años. Vive en la plantación de los hermanos Randall, en Georgia, donde es testigo de los niveles de crueldad que puede alcanzar el ser humano. Hasta que un día, un esclavo llamado Caesar le propone escapar rumbo al norte, en búsqueda de una vida distinta. Pero las cosas no salen como lo esperaban.
Se trata de una historia que muestra dos lados del ser humano: la brutalidad y la violencia que somos capaces de sentir y expresar hacia nuestros semejantes, pero también sobre nuestra habilidad para sobrevivir incluso en las condiciones más adversas. Una ficción que, aunque está ambientada muchos años atrás, busca explicar la situación actual de Estados Unidos.
El ferrocarril subterráneo, sexta novela de Colson Whitehead, supuso la consagración del norteamericano. Por ella obtuvo premios tan prestigiosos como el National Book Award for Fiction 2016 y el Pulitzer Prize for Fiction 2017. Además, fue incluido por la revista Time en su lista de las 100 personas más influyentes del año pasado. Amazon ya trabaja en una serie basada en el libro.
El ferrocarril subterráneo
Colson Whitehead
Literatura Random House
México, 2017, 316 páginas, $319
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