Todo mundo la llama Pip, pero su nombre es Purity Tyler. Tiene 23 años y trabaja en una compañía californiana llamada Renewable Solutions, haciendo ventas telefónicas, para poder pagar los 130 mil dólares que debe a su universidad.
La rodea un elenco de personajes bastante peculiares. Comparte casa con Dreyfuss, un librero esquizofrénico; Ramón, un discapacitado que pasa el día jugando videojuegos; Stephen y Marie, un matrimonio al que el tiempo ha hecho mucho daño; y una pareja de activistas alemanes llamados Annagret y Martin, quienes recorren Estados Unidos en búsqueda de apoyo para diferentes causas. Y su madre, una mujer hipocondriaca, con depresión crónica y que trabaja como cajera en un supermercado, quien se esfuerza por esconder su vida anterior y la identidad del hombre responsable de la paternidad de Pip.
Sus días son cada vez peores y parece que sus esfuerzos no la llevan a ningún lado. Por ello, cuando se presenta la oportunidad de hacer un cambio radical, Purity decide tomarla. Andreas Wolf, un alemán de sesenta y tantos años, le ofrece sumarse como practicante al Sunlight Project, una organización que trafica con información (parecida a WikiLeaks) con base en Bolivia, que parece el lugar perfecto para indagar más sobre su pasado y el de su familia.
La novela, además de ser una fotografía del mundo actual (como las otras novelas de Franzen), habla sobre los esfuerzos del ser humano por definir su identidad, sobre la relevancia que le damos a nuestra historia familiar y las importancia de las decisiones que tomamos para construir nuestro futuro. Una novela monumental sobre el idealismo que, entre otras cosas, mantiene vivas algunas causas que de otra forma estarían perdidas.