Una escritora comparte su proceso creativo. “Escribir es como bailar, como la música que desborda, como cocinar” es una de sus frases. En su mundo de ficción se pregunta por la construcción de los personajes y las historias románticas que siempre corren el peligro de terminar como un cliché.
¿Cómo serían el amor y los personajes ideales? Indagando en su imaginación descubre a Otto —un tipo que se debate entre ser un hombre de carne y hueso o un ser ficticio—, con quien emprende esa masticada historia que experimentan todas las relaciones: el enamoramiento arrebatado y, luego, el proceso de desamor.
La gravedad del silencio es una obra que indaga sobre estos temas. Lo interesante de esta creación colectiva, hecha por el director Roberto Eslava y por los dos actores-autores, Jorge Chávez Caballero y Xana Sousa, es que el peso escénico recae más sobre el cuerpo de los intérpretes y no tanto en la palabra.
El montaje se desarrolla entre momentos de pantomima, narración, juegos y tesituras corporales en las que los personajes dialogan con los propios actores que los encarnan —en un giro metaliterario—, interactúan con el público, se extienden más allá del espacio escénico formal con medios audiovisuales e incluso se vinculan con la música interpretada en vivo por el pianista Pedro Beltrán.
Se trata, así, de una puesta que juega con varios lenguajes y líneas narrativas, aunque unas más interesantes que otras.
Si bien La gravedad del silencio no posee —a nivel textual— un contenido realmente novedoso o potente, es valiosa por el trabajo actoral de los dos intérpretes y por la manera en que explora sobre la creación, la imaginación, el desamor y la nostalgia posterior sólo a partir del cuerpo y la pantomima.
Madrid 13, col. Del Carmen. Jueves 20:30H, hasta el 24 de marzo.