Como espías a través de pequeñas, medianas y enormes pantallas, nos introducimos a la más íntima mirada de Sarah Minter, para ver junto con ella esos microsegundos en los que cada acción se convierte en algo significativo: un día de alberca, nudistas tomando el sol, un abrazo en el sillón, un rato en el estudio, una cena con amigos que conversan sobre el amor, ó un recorrido por las calles y avenidas de la ciudad de México.
Documentar, esa es la tarea de Sarah. Después recorta, pega, hace un collage, juega con los colores, las texturas y las formas de proyección, abriendo una visión más delicada de lo que sucede en el entorno, en las situaciones cotidianas llenas de acciones y movimientos.
Este procedimiento en el que rompe las barreras entre documental, ficción, cine ó video, lo lleva a cabo desde los años ochenta, cuando creó sus primeras piezas de experimentación escénica e imágenes en movimiento, que en México fueron clasificados como películas (San frenesí de 1983, Nadie es Inocente en 1987, ó Alma Punk de 1991 a 1992) pues la exploración de otro tipo de documentación como el video arte, aún resultaba impensable.
Ojo en rotación: Sarah Minter, imágenes en movimiento, llega al Museo Universitario Arte Contemporáneo en un momento clave, pues según la artista el video arte mexicano a penas comienza su etapa de reconocimiento. La muestra es una retrospectiva de sus propuestas como videoasta de 1981 a 2015, o mejor dicho, un registro de sus ojos que durante tantos años se han empeñado en hacer visible lo que a veces no es tan visible.
(Aretha Romero)