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Alimentación en Palestina, arma de guerra y mensaje de resistencia (segunda parte)

Por: Redacción
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La violencia que viven las personas palestinas no es nueva y hay otros ejemplos como la apropiación simbólica de hacer suyas recetas palestinas usando el término genérico de “comida israelí”

Por Mariana Castillo Hernández

Otro apunte, en continuación a la primera parte de este texto (publicada el jueves pasado): la violencia en contra de las personas palestinas no es nueva y hay otros ejemplos relacionados con lo alimentario.

En 1948, la búsqueda de limpieza étnica también se manifestó en el lenguaje, en la apropiación simbólica de hacer suyas recetas palestinas usando el término genérico de “comida israelí”: el borrado cultural es una estrategia de opresión.

Reem Kassis, escritora palestina, habló de esto en 2018 en su texto Here’s why Palestinians object to the term ‘Israeli food’: It erases us from history, donde narra la frustración que sentía al probar  en restaurantes israelíes estadounidenses hummus, tabbouleh y freekeh (un trigo que se cosecha aún verde, habitual en la canasta alimentaria palestina) sin que se mencionara el verdadero origen o historia de los mismos: 

“La cocina israelí me resulta difícil de digerir. No es que me oponga a la idea o que no pueda tolerar la diversidad y la fusión cultural. Al contrario, sé muy bien que nuestra cocina palestina, como cualquier otra, es un subproducto de la evolución y la difusión. De hecho, el concepto de cocina nacional es una construcción relativamente reciente, que apareció a finales del siglo XVIII y principios del XIX tras el surgimiento del Estado-nación. Pero la difusión cultural es diferente de la apropiación cultural.

La difusión es el resultado de personas de diferentes culturas que viven en un espacio determinado e interactúan o aprenden unos de otros. La apropiación cultural, por otra parte, se basa en la explotación y la consiguiente eliminación, seguida de la negación deliberada de esas acciones. La comida, después de todo, es una expresión de historia, cultura y tradición. Por esta razón, presentar platos de procedencia palestina como “israelíes” no sólo niega la contribución palestina a la cocina israelí, sino que borra nuestra propia historia y existencia”. 

¿Les suena? Esto no es muy ajeno a la realidad con los pueblos originarios y la homologación de lo “mexicano”, por cierto. En uno de los eventos organizados por Semillas de Resistencia, un colectivo por la liberación Palestina en CDMX, se leyó un texto crítico sobre el tema que llamaba a la empatía y la acción comunitaria: para algunas personas puede parecer que esto es lejano y ahí radica una problemática esencial: si callamos y permitimos actos así como habitantes de este mundo, se le está dando paso libre a  la impunidad rampante, asesina y racista.

Personalmente, me siento hermanada en algo que se expresó ahí y es que hay que luchar en todo territorio contra la desigualdad y el abuso de poder. Se necesita vocalidad, argumentos y posturas firmes y no solo apelar a la resiliencia (vaya que pienso que se abusa de este término de maneras ingenuas y vagas hoy en día).

Requerimos actuar e informarnos con conciencia y rebeldía. Personalmente, esto me cruza aún más desde que mi amiga Ana Landgrave me contaba sobre los abusos físicos y mentales continuos hacía infancias palestinas detenidas por fuerzas militares y policiales israelíes cuando ella hacía investigación de campo (pueden ver su reciente ponencia al respecto en el canal de YouTube del Museo Nacional de las Culturas del Mundo).

“Mi madre nació a los pies de un olivo en una tierra que, dicen, ya no es mía. Pero cruzaré sus barreras, sus controles, sus putos muros divisorios y volveré a mi hogar. Soy una mujer árabe de color y venimos en todas las tonalidades de la ira” es un fragmento del poema Tonalidades de la ira de Rafeef Ziadah que viene ad hoc para cerrar esta columna: el enojo es comprensible ante la ignominia porque busca cambios.

Ver esa sandía, alimento- símbolo, me hace pensar en que es posible un mundo más justo para todos los pueblos sojuzgados e invisibilizados.