Foto: Angela Molina

Basura de santeros y brujos contaminan nuestro único río vivo

Por: Redacción
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Aunque la santería exige no dañar la naturaleza, la desinformación ha llevado a la contaminación del entorno y del agua

Por Angela Molina

En el bosque de Los Dinamos, ubicado en la alcaldía Magdalena Contreras, encontramos un letrero que prohíbe tirar basura relacionada con rituales, pues en esta Área Natural Protegida es común ver animales degollados entre los arbustos, ropa rasgada, collares de chaquira, cocos y veladoras. Esto podría formar parte de ofrendas o ritos religiosos, aunque también se trata de una preocupación ambiental.

Pero, ¿qué hace que este bosque sea el sitio predilecto para llevar a cabo prácticas religiosas y rituales? Israel García, quien es santero desde hace 25 años, explica a + Chilango que, dentro de la religión Yoruba (asociada a la santería), se realizan ofrendas a las deidades en lugares donde su “energía vibra”. Por ejemplo, Yemayá está asociada al mar, al río, a los manantiales; Ogún es la deidad del monte y Changó del trueno y el fuego.

Con una extensión verde de 2,429 hectáreas y el único río vivo de la Ciudad de México (el Río Magdalena) que recorre más de 12 kilómetros, el Parque Nacional Los Dinamos cuenta con los atributos perfectos para realizar esas ofrendas.

Sin embargo, Israel detalla que ningún ritual exige dejar objetos que puedan contaminar el ambiente pues desde la antigüedad los tributos debían ser parte de la misma naturaleza como frutos, semillas o algo que el mismo mar o la tierra pueda recibir sin polucionar.

El hecho de que esto no suceda ahora se lo atribuye a la desinformación. “En México no hay tanto conocimiento o por adaptación a tradiciones culturales comenzamos a contaminar. Ejemplo, cuando un santero fallece, sus otanes (piedras de río) se dejan nuevamente en el origen donde nacieron, pero la gente cree que debe dejarlo con todo y sus adornos, soperas, collares o ropa”, detalla.

Tomás Gómez Cortés es comunero de la comunidad Magdalena Contreras Atlitic y se encarga de controlar el acceso de vehículos hacia el segundo Dinamo. Expresa su molestia hacia estas prácticas que se realizan comúnmente en la orilla del único río vivo de la capital.

“Es contaminación del río y esa agua la tomamos millones de personas de la ciudad. Entonces imagínese, si nosotrxs les damos permiso de hacer sus cosas, estaríamos cometiendo un gran error. Entonces lo que hacemos es correrlos cuando hay oportunidad”.

Durante la entrevista, algunxs visitantes le preguntaban por el mejor lugar para observar el río limpio, y aunque Tomás recomienda subir hasta el cuarto Dinamo, asegura que nunca lo van a encontrar así pues “aquí dejan un pescado muerto, por el puente dejan una gallina muerta, flores o muñequitos diabólicos. Es bien duro para nosotrxs porque tenemos que recoger sus cosas”, aseguró.

Rituales con animales

Cadáveres de animales y el olor que desprenden al descomponerse también forman parte del paisaje de Los Dinamos y no necesariamente por el ciclo de la vida o la cadena alimenticia, sino como parte de rituales que implican el sacrificio de algunas especies que, de acuerdo con el también espiritista Israel García, pueden evitarse.

Antes, si ya se había determinado que era necesario un sacrificio de sangre, solía comerse el resto del animal y compartirlo con los demás, actualmente esto no sucede y como consecuencia dejan los restos escondidos o a la vista de cualquiera.

“Con que sea la sangre del animal, pues la deidad nace en la sopera y el río es el símbolo, no significa que ahí se hagan cosas, sin embargo, la gente tira al animal, siendo que se puede utilizar la carne. Yo siempre he dicho que hasta con un vaso de agua resuelves, si tienes fe, no necesitas hacer un gran sacrificio de sangre. Pero es falta de conocimiento, de estudiar”.

También advirtió que hay “falsxs religiosxs” y charlatanxs que lucran con la vulnerabilidad de las personas que buscan solución a sus problemas. “Sacrifican ciertos animales que la religión no te las pone.

De hecho, hay animales sagrados que debemos respetar como el pavo real o el loro africano porque representan un símbolo, y hay que respetarlo, no lastimarlo. El sacrificio del animal tampoco puede ser violento, no pueden maltratar a un animal al sacrificar”.

El artículo 51 de la Ley de Protección a los Animales de la Ciudad de México dice que el sacrificio humanitario de animales no destinados al consumo humano sólo se permite cuando el animal sufre por un accidente, enfermedad, incapacidad o vejez que afecten su bienestar, con excepción de los utilizados en investigación científica o aquellos que representen una amenaza debido a su sobrepoblación.

Y aunque el artículo 24 de la Constitución establece que todxs tenemos derecho a la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión, y a tener o adoptar la de nuestro agrado, la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público dice que esas convicciones religiosas no eximen en ningún caso del cumplimiento de las leyes del país.

Pero una cosa es la ley y otra lo que pasa en realidad. Ante ese escenario, lxs comunerxs de Atlitic realizan brigadas de limpieza para recoger todos los desechos que contaminan Los Dinamos. “Aquí en el bosque lo que te queda es tratar de cuidarlo, que no se pierda la fauna ni la flora”, dice Tomás.

+Datos

  • Más de 34 mil chilangxs profesan una religión distinta a las tres monoteístas, la mayoría son de raíces afro y espiritualistas

  • 2,429 hectáreas de bosque tiene el Parque Nacional Los Dinamos; el río Magdalena recorre más de 12 kilómetros

  • Aunque la Constitución establece que todxs tenemos derecho a la libertad de convicciones éticas, conciencia y religión, la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público acota que tales convicciones no nos eximen del cumplimiento de las demás leyes