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3 de septiembre 2024
Por: Redacción

Dejar el agua embotellada atrás

El consumo de agua directa de la llave era práctica común en la CDMX y puede serlo otra vez

Por Josué Huerta 

En 1983 era común que lxs estudiantes de la primaria Héroes de Cerro Prieto, delegación (ahora alcaldía) Gustavo A. Madero, concluyeran el recreo bebiendo agua directa de las llaves de los baños para recuperar los minerales perdidos tras jugar en el patio.

El anterior es un recuerdo de Pedro Tovar, un hombre que pasó toda su niñez hidratándose así. No era algo extraño entonces, las madres de familia llenaban jarras con agua del grifo para hacer limonada, poner los cubos de hielo en el congelador o cocinar. Pero ¿cómo pasamos de eso a consumir 286 litros de agua embotellada por persona al año?

Aunque una pregunta más importante es si los habitantes de la Ciudad de México podremos volver a beber con confianza, sin miedo, agua directa de la llave algún día. Y la respuesta es sí, pero deben tomarse en consideración algunos nada sencillos requisitos, como explica el especialista hídrico de la UNAM, Jorge Alberto Arriaga Medina.

Para empezar, explica que el terremoto de 1985 fue el parteaguas por el que lxs capitalinxs cambiaron el consumo de líquido de la llave por el embotellado. Y es que ante el movimiento sísmico, gran parte de la red de tuberías de la ciudad tronó, ocasionando que el agua potable se contaminara con tierra e incluso con aguas negras. 

El gobierno incentivó a la población a que hirviera el agua de la llave antes de beberla, pero también regaló agua embotellada y embolsada, misma que repartió de varias formas, incluso a través de la extinta Conasupo. Fue el nacimiento de un paradigma que seguimos manteniendo hasta hoy. 

Luis Zambrano, investigador del Instituto de Biología de la UNAM, indicó recientemente que el consumo masivo de agua embotellada actual tiene que ver más con propaganda (estrategia comunicacional utilizada para influir en la conducta e ideas de las personas) por parte de las embotelladoras, más que con la calidad del agua de la llave.

Y si bien las empresas han hecho su labor para vender más, la realidad también es que está probado que no estamos recibiendo agua en nuestros hogares segura para beber sin hervir.

Un estudio de 2022, realizado por el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACMEX), revela que las peores aguas las reciben Iztapalapa, Coyoacán, Azcapotzalco, mientras que las no tan malas las tiene Álvaro Obregón, Benito Juárez, Venustiano Carranza, Gustavo A. Madero y Cuauhtémoc. El resto tienen calidad regular.

Ciudad Universitaria, un modelo

De regreso a la pregunta sobre qué se debería hacer para que lxs capitalinxs puedan beber agua directa de la llave, tal como hace la gente de España, Estados Unidos, Canadá, Reino Unido o Francia (países que han declarado una guerra abierta al consumo de agua embotellada e incentivan el consumo directo del agua del grifo), Arriaga Medina explica que la Ciudad de México debe entrar a un plan de optimización de la calidad del agua a largo plazo para lograr que sea seguro consumirla en 2050

Antes de mencionar los requisitos para un plan de esta magnitud el especialista destaca que el sueño de beber agua directa del grifo ya es una realidad en Ciudad Universitaria de la UNAM. En esta comunidad existen 200 bebederos, con agua segura, que se alimentan de tres pozos internos, cuya calidad es monitoreada en todo momento, al igual que la tubería que distribuye el líquido.

Aquí la guerra contra el agua embotellada ya empezó, pese a que en estanquillos como el ubicado en la plaza de la Hemeroteca Nacional lo que más se venda, por encima de frutas, tortas y golosinas, sigan siendo botellas de agua. 

Arriaga comenta que en efecto es posible que, como pasa en CU, la Ciudad de México cuente con agua segura para beber directamente del grifo, siempre y cuando el gobierno geste un plan a desarrollarse durante los próximos 25 años, el cual incluya el cambio de tuberías (que en muchos tramos ya alcanzaron los 80 años de antigüedad), monitoreo de pozos y análisis de aguas superficiales.

Además de un monitoreo constante de las fugas en la red de distribución y entrega en tiempo real de los análisis de calidad de agua por cada colonia, a fin de que lxs ciudadanxs se enteren al momento si el agua que llega a sus llaves es apta para beberla directamente.

El especialista hídrico de la UNAM precisa que en un modelo así también se requiere de la participación de lxs consumidorxs, como sucede en CU, donde lxs alumnxs reportan si el agua presenta un mal sabor, para, de inmediato, suspender el suministro y reconocer una posible filtración de algún contaminante a la red.

Así que con suerte, y con la iniciativa de las próximas autoridades capitalinas, para 2050 podríamos beber sin riesgo agua directa de las llaves de nuestro hogar. Eso sí, de la limpieza de las cisternas y tinacos, seguirá siendo responsable cada chilango y chilanga.

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