La crisis de escasez de este líquido puso sobre la mesa la necesidad de encontrar otras formas de captar agua, tanto de lluvia como subterránea y atmosférica, con el fin de resolver las necesidades básicas de la población
Existen varias técnicas para cosechar agua con distintos fines, desde el consumo doméstico que abarca bañarse, limpiar superficies o lavar la ropa, hasta su uso para los campos, cultivos y abrevaderos de ganado. Una de ellas es la captura y aprovechamiento de la humedad atmosférica que se desplaza cerca de la superficie en forma de niebla, para lo cual sólo se requiere una malla y un recipiente para contener el agua.
También existe la microcaptación, con la que se capta la escorrentía (agua de lluvia que fluye sobre una superficie) de un terreno para que la aprovechen los cultivos. Otras son las bocatomas, estructuras que se colocan en embalses o ríos y que separan una parte del agua para llevarla a otro destino, así como los clásicos pozos que abundan sobre todo en zonas rurales pero que también existen en áreas urbanizadas, con algunos kilómetros de profundidad, que aprovechan los acuíferos bajo tierra.
La más común es la cosecha de agua de techos de vivienda y otras estructuras impermeables, que consiste en captar la escorrentía producida en techos de casas y establos, patios de tierra batida y superficies rocosas. Esta técnica, por ejemplo, es usada en el programa de Cosecha de lluvia de la Ciudad de México.
Los pozos en CDMX
En la Ciudad de México, 56% del abastecimiento proviene de 976 pozos, cuya agua se extrae principalmente del subsuelo del Valle de México, de acuerdo con el gobierno de la Ciudad de México. Para buscar otras alternativas, la administración capitalina se ha impuesto la meta de construir 3 mil 751 sistemas de captación de agua de lluvia en los planteles de todos los niveles educativos, como parte de la estrategia de la iniciativa en materia de cuidado, uso y aprovechamiento del agua presentada por el jefe de gobierno Martí Batres en septiembre pasado.
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