La oferta de platillos y costumbres de origen extranjero está relacionada con la gentrificación, pero también responde a tendencias y cambios postpandemia
Por Pamela Escamilla*
Entre la oferta de desayunos en la CDMX hay un nuevo favorito: el avocado toast. Esto era algo tan simple que se preparaba en casa y le llamábamos pan tostado con aguacate. Así, en inglés, lo notamos en el pizarrón de un restaurante.
¿Acaso nuestra oferta gastronómica busca satisfacer a lxs extranjerxs? Obviamente no le diremos adiós a nuestras costumbres en el desayuno, pero así como hay nómadas digitales capaces de enamorarse del café de olla, siempre habrá mexas que importen alguna tradición.
Tras entrar a El Caimancito, un hombre angloparlante busca comunicarse con las meseras para ordenar. De acuerdo con Josué, quien es socio del lugar junto con su esposa, este restaurante fue inaugurado en la segunda ola de la pandemia, “cuando sí hubo mucho extranjero”, quienes prácticamente mantuvieron su restaurante a flote.
Es de entenderse que ofrezca una opción para quienes han hecho que su negocio sobreviva. El avocado toast ya es uno de los platos estrella de Café Negro, en Coyoacán; y desde hace mucho era parte del menú del Café Toscano, prueba de que algunas tendencias se venían gestando desde antes del boom de extranjeros en CDMX.
La movilidad laboral
El mundo postpandémico está íntimamente relacionado con el trabajo remoto, lo que se traduce en la eliminación de fronteras. Sin embargo, trabajar en cafés o coworkings no es exclusivo de nómadas digitales, también lo hacen lxs mexas que se engentan en la casa o en la oficina.
Edgar Cruz, creador de Mon Petit Bistro, revela que entre 20 y 30% de quienes van al área de coworking de su negocio son extranjerxs. En una era en la que gigantes como WeWork se han debatido entre la quiebra y la supervivencia, también han surgido nuevas propuestas de negocio y modelos laborales.
Tal es el caso de Co-Madre, establecimiento que se fundó para que las mujeres pudieran mantener sus vidas profesionales mientras maternaban. “La pandemia revolucionó la forma en la que entendemos los espacios de trabajo.
Incluso hay muchos edificios de oficinas que, al ya no estar rentados por una empresa fija, se convirtieron en espacios de coworking”, explica Carolina Saracho, directora de Marketing y Comunicación de Co-Madre, quien señala que alrededor del 30% de sus usuarixs en las sucursales de Roma y Juárez son nómadas digitales.
Cabe destacar que, según la estación de trabajo y su ubicación, variará el tipo de personas, incluyendo extranjerxs, que la frecuentan. Tal es el caso de clubes privados como HAAB Project y Soho House que, aunque no son coworkings tal cual, sí son sitios en los que se puede trabajar y hacer conexiones profesionales.
No son lugares que excluyan a mexicanxs, pero los costos para ser parte de estos sí hacen que sea más probable que lo puedan pagar quienes ganen en una moneda poderosa y/o tengan sueldos altos.
¿No me hará daño el café así? ¿Sin pan?
Las panaderías tradicionales no disminuyen en cantidad en CDMX, aunque sí en porcentaje. “La panadería en la CDMX ha explotado hermosamente, seguimos teniendo panaderías tradicionales, pero en las colonias más ocupadas por extranjerxs hay un tipo relativamente nuevo, como de 20 años para acá, de panadería interesante”, asegura el periodista gastronómico Alonso Ruvalcaba.
“Ese pan va a costar $140 la hogaza y me parece lindo que haya personas con disposición a pagarlos. Por decirlo de alguna forma, se empujan los estándares. Si quiero cobrar $80 por un croissant, tengo que hacerlo mejor”, reflexiona el autor.
“Hoy puedes ver una concha al lado de un éclair. Ahora hablamos de croissants y no de cuernitos, porque son cosas distintas, al final”, agrega Pedro Reyes, director creativo de Paladar, quien también identifica la influencia de Panadería Rosetta en la propuesta panadera de CDMX. “Si quieres oler gentrificación, tienes que contar cuántas cafeterías de especialidad hay en tu barrio o en tu calle”, asegura.
Drinks globalizados
Los speakeasy no son nuevos en CDMX, basta pensar en el interés que causaron en su momento lugares como el Jules Basement. Pero es innegable que estos conectan con lxs extranjerxs, quienes tienen más cultura coctelera.
“Nosotros tomamos cerveza, tequila, mezcal y cubas, yo siempre he creído que el coctel chilango es una cuba”, señala Pedro Reyes, pero también reconoce que estamos pasando por un gran momento en cuestión de bares de coctelería. “La presencia extranjera ha motivado mucho esa exploración porque ellos lo traen en el ADN.
México ha respondido de una manera impecable a esa demanda”, agrega. “Tenemos un 80% de extranjeros todavía”, sostiene Candy Carmona, General Manager y bartender de Handshake, el mejor bar de Norteamérica según The World’s 50 Best Bars, aunque también reconoce que cada vez hay más gente local.
“Es la época dorada de los cocktail bars y los buenos prevalecerán, pero tenemos que regresar a la época dorada de las cantinas”, explica Reyes. “Si la gente deja de entrar, eso se va a morir y es nuestra forma de beber, no dentro de los cocktail bars, bares de tapas o pubs, nuestra forma de beber está en las cantinas”, sostiene.
+Datos
- Entre 2020 y 2022, los trámites de la Tarjeta de Residente Permanente de canadienses y estadounidenses en México aumentaron 44.1%
- En los mismos años, los trámites de la Tarjeta de Residente Temporal de canadienses y estadounidenses aumentaron 78.6%
- El efecto avocado toast es cuando aparecen este tipo de platos que obedecen a las expectativas de “nuevxs habitantes”, millennials jóvenes con ciertos hábitos de consumo y acceso adquisitivo
*Texto adaptado para + Chilango