La música está en renovación siempre, incluso la de las orquesta sinfónicas, y por ello la OSIPN da lugar a música nueva, temas populares y hasta composiciones de sus propios miembros
A veces podemos pensar que las orquestas sinfónicas no tienen lugar para la innovación. Entre música de Bach, Beethoven, Mozart y otros compositores clásicos, ¿qué más novedades podrían ofrecer? Pero así como ocurre con agrupaciones de pop, rock y otros géneros, las orquestas se renuevan, y no sólo en miembros, sino también en sus repertorios.
De eso deja constancia Vladimir Sagaydo, director artístico de la Orquesta Sinfónica del Instituto Politécnico Nacional (OSIPN). Es una orquesta profesional, no universitaria, aclara.
“Es una orquesta formada por músicos profesionales titulados de los mejores y los más prestigiosos conservatorios tanto nacionales como del mundo”.
En realidad, antes de ser el titular, el maestro ya había colaborado con la orquesta como director huésped desde 2019 y mucho antes, en el 2002, la conoció por primera vez como solista en calidad de violonchelo.
Sagaydo explica que ser director titular de una sinfónica es otro tipo de profesión, porque implica la programación semestral o anual del repertorio, tomar decisiones artísticas, acomodar la orquesta, decidir hacia dónde se quieren dirigir (elegir entre composiciones clásicas, populares o combinadas), invitar a solistas nacionales e internacionales, y hasta pensar en las temporalidades.
Pero es específicamente al acercarse al público, al norte de la ciudad y en giras, que surge el principal deber: generar una programación lo más interesante posible para la audiencia.
“En esta última temporada programé obras que no se habían tocado antes. Estamos hablando de estrenos mundiales absolutos de las obras para orquestas sinfónicas, tanto con solistas como sin solistas; luego algún tipo de repertorio inclusive clásico que la orquesta, por alguna u otra razón, no había presentado antes… Tratamos de encontrar un equilibrio entre la música clásica y popular”, cuenta el maestro.
Algunas de la composiciones nuevas o retomadas son la Sinfonía n.º 6 de Bruckner, sinfonías del Dmitri Shostakóvich y el estreno absoluto del Concierto para piccolo y orquesta (21‘), de Levente Gyöngyösi. Además, el director artístico se enorgullece de destacar las composiciones originales de miembros propios de la OSIPN.
También hay apertura a temas de rock, de artistas populares o de películas. Un ejemplo es cuando en septiembre interpretaron un homenaje a Pedro Infante. No obstante, advierte que estos, al ser escritos para otros instrumentos, llevan más tiempo para su arreglo. Sagaydo incluso ha visto la apuesta por la tecnología. “Yo tuve el gusto de dirigir una vez una obra que fue escrita para computadora”, comenta.
Renovarse, pero también equilibrar
Aunque la OSIPN representa al Instituto Politécnico Nacional desde su lugar en el foso, la institución no cuenta con una escuela de música. Sus músicos se unen por convocatoria.
Eso hace que varíen en conocimiento y experiencia, pues se pueden encontrar desde un maestro del flautín que forma parte desde el primer día de fundación de la orquesta, hasta miembros que se han unido en años recientes. De hecho, están próximos a abrir la convocatoria para unir a nuevos integrantes.
Sin embargo, para el director nacido en San Petersburgo “está caminando hacia la perfección en cuanto a lograr la mejor interpretación posible en cada concierto”.
A futuro, lo que más desea es que la OSIPN pueda seguir descubriendo nueva música, presentar nuevos nombres de compositores y solistas. “Y descubrir esta belleza con nuestra público, la belleza de la nueva música clásica”, concluye.
“La música clásica ha pasado la prueba de años porque Bach, Mozart, Tchaikovsky, Revueltas, Ponce y otros siguen siendo actuales hoy en día”
Vladimir Sagaydo, director artístico de la Orquesta Sinfónica del Instituto Politécnico Nacional.
Este 13 de junio termina el Programa 12:Shostakovich, la voz del Siglo XX. La cita es en el Centro Cultural Jaime Torres Bodet a las 13:00 horas. Los boletos cuestan 50 pesos.