Foto: Eduardo Alavez

La “Reina de las Abejas”, doña Mari despacha café entre zumbidos

Por: Redacción

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María Juárez es una comerciante que se volvió viral al estar rodeada de cientos de abejas que la acompañan en su jornada laboral

Por Eduardo Alavez*

Doña Mari, la famosa “Reina de las Abejas”, despacha café y pan dulce en el Parque España de la Ciudad de México, pero no lo hace sola: la acompañan cientos de estas amiguitas que nos regalan la miel que guardamos en la alacena.

“Donde se posa la abeja, dulzura deja”, dice el refrán, y es justo lo que le han dejado a María Juárez Méndez, quien no pierde la sonrisa mientras cuenta que su día comienza a las tres de la mañana. Desde Naucalpan, en el Estado de México, ella viaja hasta Tacubaya para surtirse de pan y recoger su carrito de café antes de instalarse en el corazón de la Condesa.

A las seis de la mañana ya está en su rincón del Parque España, lista para alimentar a oficinistas, estudiantes y vecinxs que van a su carrito, como abejas a la miel.

Lleva más de 10 años en el mismo sitio, resistiendo la gentrificación de la zona y la competencia de las modernas cafeterías que han invadido la colonia. Y pese a todo, se ha ganado a pulso a su clientela. “¿Qué le voy a dar, joven?”, pregunta con su sonrisa característica a quienes hacen fila frente a su triciclo.

Pero su popularidad no se quedó en el parque. Un día, la comerciante se volvió viral gracias a un video de TikTok que compartió su peculiar rutina. Un joven mostró que su carrito no sólo ofrece café y pan, sino que también está rodeado por cientos de abejas que la acompañan durante toda la jornada. Ahora su historia no sólo endulza el día de quienes la visitan, sino que ha conquistado a millones en redes sociales.

Las abejas del Parque España

Desde entonces, doña Mari es conocida como la “Reina de las Abejas” o “la Señora de las Abejas”, apodos que se ha ganado a pulso. La oriunda de Veracruz despacha café y pan dulce con una calma envidiable, sin inmutarse por la presencia de estos pequeños visitantes. Las abejas recorren su rostro, descansan en sus hombros e incluso la han picado en más de una ocasión, pero ella las cuida como a sus hijas.

Decidí adoptarlas porque son limpias. Todo en este ecosistema tiene su porqué. Decidí cuidarlas porque sentí que no se iban a ir, aparte de que se me iban a estar ahogando o que yo las matara, pues no, tampoco”, platica en entrevista con Chilango.

La “adopción” sucedió poco después de instalarse en el Parque España. Comenzó con unas cuantas abejas que llegaron a su puesto, atraídas por el calor de los contenedores del agua para el café y el azúcar del pan dulce recién horneado.

Lo que empezó con un par de abejas pronto se convirtió en una decena, y luego en cientos. Ya no había marcha atrás. En lugar de luchar contra la naturaleza, doña Mari decidió hacerlas sus compañeras de trabajo.

Para cuidarlas, coloca un vaso con agua para que se hidraten y, de vez en cuando, agrega un poco de agua con azúcar en otro recipiente, manteniéndolas cerca mientras atiende a sus clientes.

Lo curioso sucede al mediodía, cuando el sol está en su punto más alto. Doña Mari comienza a limpiar y recoger para otra vez dejar su carrito en la panadería de Tacubaya. Poco a poco, las abejas comienzan a partir rumbo a su panal para regresar al otro día por su ración de azúcar.

“Se van y mañana que llego no hay una sola abeja, pero ya nada más ven que está el puesto y llega una, llega otra, o sea, se me posan dos que tres y empiezan a llegar todas”, comentó con una cálida sonrisa.

Sin temor al piquete

Como doña Mari, la mayoría de lxs clientes que llegan al Parque España están acostumbradxs a las abejas. “Sí hay uno que otro cliente que le da miedo, pero a la mayoría no le da miedo y eso me gusta”, explicó.

Decenas de chilangxs pasan por su puesto para consumir los primeros alimentos del día. Algunxs, asombradxs por la escena, sacan videos y fotos; otrxs, por las prisas, sólo piden su café o pancito para regresar a su oficina, tal como las abejas a su colmena.

Más de 10 años lleva doña Mari vendiendo café y pan en el Parque España de La Condesa

Texto adaptado para + Chilango diario