Foto: Cortesía

25 de noviembre 2024
Por: Redacción

Lago de Chalco: así fue desecado y así se piensa rescatar

Además de su importancia histórica, puede representar una fuente de abastecimiento de agua y regulación hídrica para la CDMX

Por Brenda Raya*

En la Ciudad de México aún hay diversidad de ecosistemas, especies, plantas e incluso climas. También persisten con dificultad algunos cuerpos de agua como presas, lagos, ríos y canales.

Si bien los lagos son artificiales, son fuente de vida para especies. Al sureste de la capital, en los límites con el Estado de México, hay uno muy particular que comparte su superficie entre la alcaldía Tláhuac y Valle de Chalco: el Lago Tláhuac-Xico, o el nuevo lago de Chalco, como algunxs pobladorxs se refieren a él.

Si bien su estado actual es en gran parte resultado de la intervención humana, este humedal es remanente del viejo sistema de lagos producto de la formación de la Sierra de Chichinautzin.

El antiguo lago de Chalco era un gran cuerpo de agua dulce, que proveía de pesca, recolección de insumos alimenticios. Para impulsar su desecación se usó como argumento las constantes inundaciones en la capital y la creciente modernización de la agricultura que buscaba aprovechar las tierras con potencial cultivable.

Durante el Porfiriato, dos hermanos hacendados de alto poder económico y político, los españoles Remigio e Iñigo Noriega Laso, comenzaron a adquirir propiedades desde 1886 para llevar a cabo su actividad agrícola comercial y avanzaron en la enajenación de tierras y en la desecación de algunas zonas del lago que colindaban con su hacienda La Compañía.

El 30 de julio de 1895 el Congreso de la Unión les autorizó la concesión para desecar el lugar que para entonces tenía más de 9,500 hectáreas de extensión.

Las tierras drenadas luego se repartieron gracias a la Revolución Mexicana. Y aunque las propiedades de Iñigo Noriega fueron expropiadas y él fue exiliado, el desastre ecológico y social era ya irreversible.

Conforme avanzó el tiempo, la Ciudad de México comenzó a crecer exponencialmente y demandaba cada vez más dotación de agua potable. Fue entonces que en 1985 la Comisión de Agua del Valle de México puso en operación 14 pozos que conforman el sistema Mixquic-Santa Catarina, en el ejido de Tláhuac.

La obra, que implicó la expropiación de tierras de propiedad ejidal, fue fundamental para lo que después vendría: el resurgimiento del nuevo lago de Chalco.

La extracción de agua subterránea de dichos pozos provocó hundimientos acelerados en la zona (alrededor de 40 centímetros anuales), por lo que en sólo unos años se formaron zonas de acumulación de agua de lluvia y agua superficial, además de aguas residuales que crecieron al punto de formar el nuevo cuerpo de agua.

A 40 años de esa obra, se puede decir que ya hay un lago consolidado en la región, que por supuesto no está exento de problemas.

El proyecto de recuperación Tláhuac-Xico

Actualmente hay un proyecto que busca la rehabilitación del nuevo lago de Chalco. El 24 de agosto de 2022, en el marco de “La segunda caravana por el agua”, el gobierno de la CDMX y autoridades de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) presentaron el proyecto integral Tláhuac-Xico, que prevé la construcción de dos plantas de tratamiento que dotarán de agua a la alcaldía Tláhuac y al municipio mexiquense de Valle de Chalco; un sistema de humedales; senderos públicos y la implementación de proyectos productivos. Además, busca poner fin a las inundaciones.

En entrevista para + Chilango, Antelmo García Hernández, coordinador del proyecto “La Trajinera del Conocimiento” y habitante de Tláhuac, explica que no hay un consenso entre lxs pobladores sobre el proyecto.

“El primer reto es que la misma comunidad pueda ponderar las oportunidades que se presentan. En términos bioculturales, Tláhuac junto con Xochimilco son los últimos reductos lacustres. La restauración del lago también representa la recuperación de su memoria biocultural”.

El 11 de enero de este año, en el Diario Oficial de la Federación se publicó el Decreto por el que se declara Área Natural Protegida, con categoría de Área de Protección de Recursos Naturales, al Lago Tláhuac-Xico. A propósito de esto Antelmo comenta: “Si bien la declaratoria como ANP pone una pausa a la urbanización, sólo la organización social puede detener su avance”. Y recalca que a nivel local la gente sabe poco del proyecto.

“El lago puede crear procesos de gentrificación porque ¿quién no va a querer vivir al lado de un lago bonito? La organización social debe proponer dentro de estos procesos de desarrollo propuestas de economía solidaria, evitar la construcción de hoteles, por ejemplo. Hay una desconfianza histórica con las autoridades, hace falta más información, donde lo técnico sea más entendible al lado de lo social, construir lo técnico de la mano con lo social”.

Tláhuac, junto con Xochimilco, provee de agua al resto de la ciudad, pero paradójicamente carece de la misma en su propio territorio. Antelmo concluye que para generar procesos de justicia hídrica debe tenerse en cuenta esta deuda histórica con la región y hacer diagnósticos adecuados al lado de actores sociales de la comunidad.

Este lago también es vida para otras especies no humanas. La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) cuenta con un registro de 169 especies de flora y fauna en la zona

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