Foto: Pamela Escamilla y Alejandra Limón

28 de noviembre 2024
Por: Redacción

Las hamburguesas Mr. Kelly’s le dicen adiós a la CDMX

El local inaugurado en 1972 cerró sus puertas en la Condesa de manera definitiva y el público chilango los despidió como se merecen. ¡Hasta la freidora revivió!

Por Pamela Escamilla*

Las hamburguesas Mr. Kelly’s, clásicas de la Condesa, cerraron sus puertas de manera definitiva el domingo pasado. La afluencia de comensales chilangxs fue mucha desde que anunciaron su despedida el 15 de octubre.

Durante su adiós se propusieron servir hasta al último cliente, algo que no decepcionó al equipo de Chilango a pesar del tiempo de espera. Por lo regular cerraban a las 21:00 horas, pero debido al interés de la gente las filas fueron muy largas en sus últimos días.

Una última visita a Mr. Kelly’s

Aunque no tenía a Mr. Kelly’s tatuado mi corazón, pero sí en algunos recuerdos, decidí lanzarme el día del cierre para despedirme de un lugar que hizo historia en la CDMX y, por supuesto, para ver la reacción de las personas.

Llegué casi a las 19:30 horas y la fila ya era larga. Al principio de esta cantaba un grupo de mariachis para despedir al icónico local. Los escuché de lejos porque tenía que formarme.

Avancé muy lentamente y casi una hora después, alguien de Mr. Kelly’s se acercó para decir que la freidora había dado de sí. El resultado: si queríamos un paquete tendríamos que cambiar las papas fritas por una segunda hamburguesa, algo que para nada me molestó, pero sí sacó de onda a otrxs.

Esto significaba que tampoco habría tiras de pollo ni de pescado. Además, las malteadas se habían terminado para siempre. Mi espera se hizo amena conversando con la mujer que estaba adelante de mí, quien iba con su familia y me compartió su perspectiva del cierre. “¿Pues qué regalan?”, decían algunxs transeúntes en una auténtica duda cuando nos veían ahí paradxs.

Poco después llegó una nueva carga de panes y refrescos, mientras se empezó a rumorar que habían reparado la freidora. Para la hora oficial del cierre de Mr. Kelly’s, a las 21:00 horas, ya no había mariachis, pero la fila no disminuía a pesar de que avanzábamos de manera más fluida.

La misma portavoz de Mr. Kelly’s, probablemente socia del lugar, salió a hacer conteos de cuántas hamburguesas compraría cada persona para asegurar que la carne fuera suficiente a fin de satisfacer nuestra hambre de nostalgia. En un segundo recorrido nos regaló botellas pequeñas de agua para hacer la espera menos sufrida.

Mi turno fue por ahí de las 22:00 horas, dos horas y media después de que me formé. Ya no había muchas opciones del menú, ni siquiera los hard shell tacos que inspiraron a Los Bernardino’s.

Pedí un paquete clásico (que solía costar $165, pero con promoción estaba en $130) y uno con tocino y papas, porque era cierto que ya servía la freidora, más refresco sin azúcar para amortiguar las calorías. Todo fue para llevar.

¿Por qué cerró Mr. Kelly’s?

El 15 de octubre pasado se informó su cierre definitivo, luego de más de 50 años. “Ha sido un honor celebrar con ustedes primeras citas, aniversarios, cumpleaños, graduaciones y muchos otros momentos inolvidables”, se señaló en un comunicado compartido en las redes sociales de Mr. Kelly’s.

Tal vez yo no pasé esos festejos tan relevantes ahí, pero sí una cita improvisada al salir del cine. Todavía recuerdo el reflejo de nuestras caritas en el espejo, mucho más jóvenes, aunque ya éramos adultxs.

“Hoy cerramos este capítulo y queremos expresar nuestra profunda gratitud por su confianza y preferencia, así como por acompañarnos en esta maravillosa aventura. Siempre nos unirá el recuerdo de una deliciosa Mr. Kelly’s”, finalizó.

Hasta ahora no se ha dado a conocer el motivo del cierre de Mr. Kelly’s, que en sus últimos días vendieron gorras, tote bags y hasta regalaron calendarios.

El cierre de un capítulo

La sucursal de Insurgentes, en la Condesa, era la única sobreviviente además de las que llegaron a tener en Universidad y Tecamachalco cuando la mayoría de nosotrxs no habíamos nacido.

La icónica hamburguesería abrió sus puertas el 27 de diciembre de 1972, cuando mi mamá era menor de edad y ni siquiera había llegado al entonces Distrito Federal; cerró el 24-25 de noviembre de este año cuando su hija chilanga ya tenía cuarenta y algo.

*Texto adaptado para + Chilango

Salir de la versión móvil