Foto: Carlos Acuña

Los Polinesios: el trío de hermanos que convirtió el juego en un negocio millonario

Por: Redacción

Compártelo en tus redes...

Millones de niñas y niños consumen sus videos. Los hermanos Velázquez se han convertido en una industria con múltiples facetas y ramificaciones en poco más de una década

Por Carlos Acuña*

Tiene sólo once años y ahora no puede evitar apretar los dientes. Sólo así sus piernas dejan de temblar. Digamos que se llama Nina, Ximena, Lía, Avril o Galilea: su nombre no importa tanto ahora. Frente a ella hay dos mujeres y un hombre de 27, 30 y 32 años respectivamente. Son hermanxs y parecen recién salidos de un empaque: el maquillaje perfecto, la ropa cuidada al detalle.

Creadorxs de contenido, también llamados influencers, estas tres personas capturaron la atención de millones de infancias durante la pandemia a través de las pantallas y sus redes sociales. Vlogs en Youtube, shorts de Tik-tok, reels de Instagram, luego libros, juguetes, películas, espectáculos en vivo, ropa…

Karen, Lesslie y Rafael Velázquez se hacen llamar los Polinesios y, desde hace 13 años son los reyes indiscutibles del contenido infantil en México: más de 80 millones de seguidorxs acumulan en sus cinco canales de Youtube, además de sus cuentas en Instagram, Tik Tok y otras redes sociales. Sus ganancias se calculan entre 36,000 y 584,000 dólares al mes.

A ella, una niña de 11 años, le impresionan esas cifras tanto como que la mitad de sus amigxs de una primaria en el Estado de México crecieran idolatrando a estxs tres youtubers que pasaron de grabar videos caseros a convertirse en un emporio comercial.

Quiere saber cómo lo hacen.

―No estamos solos ―responde Rafael, el hermano mayor–―. Somos una empresa y esto tiene un plan de negocios. Y tenemos un equipo: hay una empresa de 30 personas que gestiona todas las colaboraciones con otras marcas y compañías como los muñecos que hicimos con Barbie, las giras, la ropa. También está nuestro equipo de contenido: 15 personas. Y un equipo de relaciones públicas, de cinco personas.

―¿Sienten que tienen una responsabilidad con las niñas y niños que consumen su contenido?

―Nuestra intención en un principio no era hablarle a los niños ―dice Karen Polinesia–―. Creo que, más bien, cuando somos adultos nos olvidamos de este otro lenguaje: el lenguaje del juego y la diversión. Por eso conectamos con esta audiencia, yo creo.

Cuando nos dimos cuenta decidimos ser ejemplo de algunos valores: el amor, la libertad, la creación. Entendemos que ser una figura pública representa una responsabilidad social. Pero es importante decirlo: la principal responsabilidad es de los padres.

La receta secreta de los hermanos

El problema es que su padre odia un poco a este tipo de personajes: le molesta la euforia frenética de sus videos, los colores epilépticos de su ropa, los retos virales cada vez más absurdos y, sobre todo, que roben la atención de su hija a través de la pantalla de un celular que ella defiende con celo salvaje.

A ella le da risa las opiniones de su padre: que le moleste sólo lo hace más divertido. Los videojuegos, el anime, la música pop, los influencers: cada generación encuentra la manera de hacer enfadar a sus progenitorxs con sus prácticas de consumo.

Además, su señor padre es indulgente. Gracias a él es que está ahora aquí. Los Polinesios presentaron un libro que celebra sus 13 años de existencia y a ella le han permitido faltar a la escuela para traerla a las oficinas de la editorial Random House donde entrevistará a estos influencers que por años la acompañaron en sus ratos de ocio.

―¿Cómo separan la vida privada de internet y las redes sociales? ¿Cómo deciden qué publicar y qué no? ¿Cómo es que lograron convertir el juego en un negocio? ¿Qué les pareció su paso por la industria musical y los escenarios? ¿Qué  le aconsejarían a lxs niñxs que quieren ser más segurxs de sí mismxs?

Sus preguntas reflejan las preocupaciones concretas de la generación Alfa, personas nacidas después del año 2010, atravesadas por la digitalidad de la post-pandemia.

Los Polinesios responden.

―La autoestima viene del acompañamiento y del autoconocimiento: dejarse acompañar, de tu familia o de tus amigos, te permite ver el oro que tienes dentro. Nadie va a aplastar tu autoestima si sabes cuánto vales.

―En internet es importante estar seguro de qué quieres mostrar… Y como consumidores debemos entender que lo que vemos en las pantallas jamás es la vida real: es sólo una ventanita, un asomo que te va a mostrar una de las muchas perspectivas y formas que puede adoptar la vida.

―No tenemos pensado regresar jamás a hacer música. Nuestra intención al hacer un espectáculo musical era llevar nuestro mensaje a otros lados. Pero no somos músicos y la industria musical es gigantesca y demasiado competitiva.

Los Polinesios no estudiaron Ciencias de la Comunicación. Rafael estudió Mercadotecnia; Karen, Ingeniería en Transportes, y Lesslie, Relaciones Comerciales. La niña les pregunta qué tanto ha influido eso en su éxito como youtubers.

―Todo lo que hacemos lo aprendimos en la escuela ―responde Lesslie Polinesia―. Yo no sabes cómo agradezco que Karen haya estudiado ingeniería: ella es la responsable de arreglar todos los problemas técnicos, de organizar todo este negocio. Y, bueno, el conocimiento de Rafa en mercadotecnia nos ha permitido llevar nuestro mensaje y nuestra marca a todo lados. Todo, todo, todo, viene de allí.

La niña de once años ―Nina, Ximena, Lía, Avril o Galilea: su nombre no importa tanto ahora― recuerda que en 2017 Los Polinesios fueron reconocidos como Embajadores de la Educación por la Organización Internacional de la Juventud. Al terminar la plática, su padre le pregunta cuál cree que sea el mensaje de fondo de Los Polinesios.

Ella no lo piensa dos veces: que siempre existe alguna manera de hacer lo que uno ama y vivir de ello y que si los Polinesios son millonarixs es porque eso, más que el dinero en sí mismo, es lo que todxs deseamos en el fondo.

  • Más de 80 millones de seguidores tienen los Polinesios sumando sus distintas redes sociales
  • Entre 36,000 y 584,000 dólares mensuales son las ganancias de este trío de hermanos que revolucionaron el entretenimiento infantil