Ser mujer migrante en la CDMX agrega obstáculos a un viaje ya de por sí peligroso, y la falta de productos menstruales no es un problema menor
Para las mujeres y personas menstruantes que migran, tener el periodo es una realidad marcada por una serie de dificultades que ponen en riesgo su salud e incluso su vida. Agua, jabón y toallas sanitarias son algunos suministros básicos a los que difícilmente pueden acceder durante su trayecto o estancia.
La colectiva Menstruación Digna en Escenarios de Movilidad (MDEM) y el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la CDMX (Copred) presentaron recientemente una investigación que evidencia cómo este sector que vive o transita por la capital del país padece este tipo de situaciones.
Panorama migratorio en la CDMX
Las dinámicas migratorias que ha experimentado México en los últimos años son de las más complejas en el mundo por ser un país de origen, tránsito, destino y retorno. De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en el segundo trimestre de 2024 (abril-junio) se registraron 361,549 eventos de personas en movilidad irregular, siendo el 25% mujeres adultas.
La investigación tomó como referencia a la CDMX por ser un punto importante durante la ruta migratoria que se desplaza del sur del país al norte. Tan sólo en 2023 experimentó un incremento de solicitudes de asilo: 30,500, casi duplicando las 16,000 registradas en 2022 y representando un 22% del total nacional, que fue de 140,000.
Este flujo de personas que llegan genera retos emergentes, llevando a cabo la creación de mecanismos de protección y marcos legales específicos. Sin embargo, apunta que aunque estos avances son significativos, resultan insuficientes, particularmente porque las autoridades difícilmente toman en cuenta las necesidades de las mujeres y personas menstruantes.
No por el hecho de migrar la menstruación deja de existir
Para obtener el diagnóstico, MDEM y Copred aplicaron una encuesta a 47 mujeres que viven o residen en esta entidad, sin importar su estatus migratorio. Esta se realizó durante el primer trimestre de 2024 (enero-marzo), principalmente en albergues (42.6%), calles o campamentos provisionales (42.6%).
El 48% tenía entre 21 y 30 años; el 20%, de 31 a 40; el 18%, de 13 a 20; y el 14%, de 41 a 50. Cabe mencionar que no hubo experiencias de mujeres no binarias o personas trans, a pesar de que también se buscaban contemplar en la investigación.
Venían principalmente de Venezuela (42.6%), Haití (12.8%) y Honduras (12.8%). También hubo de Guatemala (10.6%), El Salvador (10.6%) y Colombia (8.5%).
Destaca que la cifra se vio limitada respecto a las mujeres haitianas y afganas por la diferencia del idioma. Sin embargo, las primeras sí pudieron hacer la encuesta porque sabían poco español y con ayuda de una traductora la realizaron.
Hablemos del periodo
El 68% de las participantes señaló que su periodo duraba de 4 a 6 días, mientras que el 19% de 1 a 3; un 9% de 7 a 10 y un 4% más de 11. Respecto a si notaron cambios en su ciclo, 33 mencionaron que sí (dolores inusuales, mayor abundancia) y 14 que no. Los motivos fueron en su mayoría por estrés (28), ansiedad (15) y miedo (13).
En cuanto a atención médica, 37 no tuvieron acceso (79%). La principal razón fue la falta de dinero (17), seguida de la falta de información (16). De las que sí tuvieron, que fueron 10 (21%), cinco tuvieron acceso en un albergue.
Los productos de gestión menstrual más comunes son la toalla desechable (91.5%); la usan por costumbre, por higiene o porque no tienen otra opción. Pocas participantes mencionaron alternativas como tampones, toallas de tela y copa menstrual.
Estas las conseguían por compra propia, a través de donaciones que llegaban a los albergues o instituciones, o porque otras mujeres migrantes se las daban. Hubo pocas que comentaron el uso de telas, calcetines o papel de baño.
A pesar de la popularidad de la toalla, el 42.6% accedió a un paquete completo. El 46.8%, de 1 a 2 toallas por día; el 6.4%, de 2 a 5 por periodo; y el 2.1%, de 3 a 4 por periodo.
Recomendaciones
A partir del diagnóstico, MDEM y Copred recomendaron políticas orientadas a la salud y gestión menstrual, mejorar la infraestructura al interior de los albergues y estaciones migratorias, habilitar baños en distintas zonas de la ciudad y dar de manera gratuita productos menstruales y atención médica ginecológica.
También pidieron realizar campañas informativas y talleres sobre salud menstrual que consideren barreras culturales, lingüísticas y de género.
- De 47 mujeres que hicieron la encuesta, 24 respondieron que pasaron por detención migratoria
- 38% de las mujeres en detención migratoria accedieron a productos de gestión menstrual